La agudización de la crisis se refleja en las manifestaciones que, en tiempos de pandemia, toman diversas características. Las condiciones materiales de vastos sectores sociales ligados al “mercado interno” se ven socavadas por el aumento de los precios de la canasta básica, el constante deterioro de las condiciones de vivienda, salud y alimentación que se reproducen tanto en la foto, (42% de pobreza) como en la película (en 10 años crecieron 86% los asentamientos) y en la lucha de los pueblos latino-americanos (lucha contra reforma impositiva para pagar deuda en Colombia).
Mientras se dan contrapuntos en relación a qué priorizar, si el pago de la deuda o el consumo de la población, el día a día se hace más cuesta arriba.
Las conducciones sindicales y el Gobierno apuestan a la recomposición en “cuotas sin interés” que, en muchos casos, como el del salario mínimo, llegan al próximo año. Lo mismo sucede con paritarias que han sido acordadas en tramos y, en el mejor de los casos, con cláusulas gatillo.
La consigna que circula “trabajar menos, trabajar todos, producir lo necesario, redistribuir todo”, adquiere mayor significancia en un contexto en el que aparece todo disperso.