Por Jorge Hernández
Economista – Docente UNRC
E n una reciente nota de El Megáfono se informa que la empresa COTRECO ha pasado a ser propiedad de un fondo de inversión denominado Platinum Equity, con sede central en Los Ángeles, California, cuyo creador Tom Gores es propietario del equipo NBA “Detroit Pistons”. Platinum, a su vez, lo adquirió de Firion Investments controlado por capitales chinos, que lo habían comprado a una empresa perteneciente a ACS, el grupo de Florentino Pérez, presidente del club de futbol Real Madrid, lo que permitió a los periodistas señalar, con mucha ocurrencia, que la plata de los riocuartenses pasó del Real Madrid a los Pistons.
El informe de El Megáfono, más allá del valor intrínseco de revelar a donde va a parar el esfuerzo fiscal de los riocuartenses, deja un conjunto de señales que permiten identificar la configuración que van tomando los espacios de la producción y el trabajo.
Es probable que muchos se sorprendan de informarse que tuvimos a los chinos ocupándose de nuestra basura. Bueno, para aquellos sorprendidos podemos contar que no sólo se ocuparon de los residuos sólidos urbanos de nuestra ciudad, también lo hicieron y continúan haciéndolo, además, con la provisión de agua domiciliaria y la gestión de los efluentes cloacales de buena parte de nuestra América, desde megaciudades como San Pablo, Brasil, hasta la nuestra o aún menores, como San Lorenzo en la vecina Santa Fe. Sólo nuestra basura, por ahora, también ha interesado al capital occidental gestionado por Gores y su equipo. En este punto, puede ser pertinente preguntarse ¿qué tiene nuestra basura que interesa tanto al capital occidental como al oriental?
La respuesta es, naturalmente, la obtención de una ganancia extraordinaria. La renta diferencial que se deriva de una demanda cautiva y creciente. Toda sociedad necesita deshacerse de sus residuos y, con el crecimiento de la población y del consumo, cada vez en mayor volumen. Desde la perspectiva técnica y económica convencional, la escala óptima de la resolución del problema de su recolección, procesamiento y disposición final, ofrece la gestión monopólica como solución eficiente. Como ilustran los manuales de economía más elementales, los monopolios son proveedores de rentas diferenciales, de una ganancia que supera la normal, la del promedio. O sea, en presencia de monopolios y ausencia de regulación, ganan las empresas y pierden las sociedades.
Ante esta situación, la existencia de monopolios “naturales”, las sociedades gestionadas a través de sistemas políticos democráticos fueron generando diferentes soluciones, entre la propiedad pública y la imposición de gravámenes especiales, intentando minimizar la pérdida de bienestar colectivo. Las sociedades gestionadas por sistemas más alejados de la voluntad popular mayoritaria fueron más permisivas con la apropiación privada de las rentas monopólicas. Con sus excepciones en cada caso, por supuesto.
De quién se apropia y qué uso le dará al excedente económico, y más específicamente en el caso que estamos analizando, la renta diferencial, dependerá en buena medida la trayectoria del desarrollo de los territorios. Si a eso le agregamos la definición de la función de producción, de cómo se hacen las cosas, y su relación con los recursos locales ampliamos capacidad de comprender esas trayectorias de desarrollo. Veamos.
La apropiación de la renta diferencial será, en principio, de quien la genera en el plano productivo, la empresa prestadora del servicio, que puede ser de propiedad pública, privada o mixta, con participación de capitales locales, externos o una combinación de ellos. En relación con su uso, puede ser destinado a ampliar el espacio de producción que le dio origen, expandiendo el área de mercado de la empresa productora, al financiamiento de actividades conexas, complementarias o alternativas, o combinaciones de ellas, aplicadas en el territorio que le dio origen, fortaleciendo el entramado productivo regional, o puede ser desplazado a otro territorio, “fugado”, contribuyendo al financiamiento del desarrollo de ese otro lugar, posiblemente remoto.
Sin embargo, la apropiación en la empresa no es la única alternativa en este modelo. La renta monopólica puede ser, total o parcialmente apropiada por el colectivo social mediante la aplicación de impuestos que graven ese beneficio supernormal o, a través de regulaciones impedir que se genere imponiendo precios, obviamente más bajos, que lo reduzcan o eliminen.
“La renta monopólica puede ser, total o parcialmente apropiada por el colectivo social mediante la aplicación de impuestos que graven ese beneficio supernormal o, a través de regulaciones impedir que se genere imponiendo precios, obviamente más bajos, que lo reduzcan o eliminen”.
Por el lado de la función de producción, se puede utilizar una combinación de factores que incentive el uso de recursos locales o, por el contrario, que permita y facilite la aplicación de recursos externos.
La historia ofrece múltiples combinaciones entre todas esas variantes e ilustra sobre los resultados en el desarrollo de las sociedades, y de algunos de sus miembros, a partir de las opciones escogidas.
Como informa la nota de referencia, el modelo elegido por los riocuartenses para la gestión de sus residuos sólidos urbanos es uno en el que es más probable que las rentas monopólicas vayan a contribuir a financiar un equipo de basketball de los Estados Unidos, que a fortalecer el aparato productivo de su propia ciudad.
Este tipo de diseño, en general, suele ser legitimado casi exclusivamente como garante de la eficiencia y la calidad, dejando fuera del análisis cualquier consideración de sus aportes al desarrollo territorial. Es probable que la mediación política entre el prestador y el usuario pagador dificulte la valoración del servicio recibido y su costo, tanto el directo que define la magnitud de la renta diferencial, como el de las oportunidades perdidas por efectos de la propiedad o de la función de producción.
Pero esa mediación política no sólo dificulta la valoración si no, y probablemente por eso, que puede inducir a las sociedades a escoger o legitimar una opción específica, que no necesariamente será la más eficiente en términos de asignación de recursos ni en términos de bienestar social. Sin embargo, sí puede ser eficiente en términos de los beneficios -políticos y/o económicos- percibidos por quienes impulsan una solución particular.
Suponiendo, maldita manía de economista, que ha quedado claro que hay múltiples variantes de provisión de servicios públicos y que la asignación de su demanda es definición de las sociedades mediadas por la expresión política que gestiona el Estado, podemos analizar brevemente las decisiones de los riocuartenses en relación con ello.
Los pasados años 90, en medio de un reforzamiento del liberalismo económico, privatizador y desregulador, resurgido a partir del golpe cívico-militar de 1976, se privatizó la gestión de los recursos sólidos urbanos y se intentó avanzar con agua y los efluentes líquidos. La sociedad local permitió lo primero y, democráticamente, vetó el avance sobre el agua potable.
También, por la misma vía, la política diseñada por gobiernos legitimados por el ejercicio del voto, al vencimiento de un período contractual, se implementó una forma alternativa de gestión de los residuos sólidos urbanos. A través de una alianza entre el capital privado local y público municipal se creó una empresa Gestión Ambiental del Sur Sociedad de Economía Mixta (Gamsur SEM) con la intención, por una parte, de gestionar la renta diferencial minimizando las pérdidas de bienestar y, con su aplicación en el propio territorio, potenciando la actividad y el empleo; mientras, por otra parte, se propiciaba ampliar los servicios a otros territorios, ampliando la rentabilidad del capital local. El desafío incluía, además, que el servicio fuera eficiente en términos asignativos y meritorio en términos de calidad. En el tránsito de sus primeros años, bajo un régimen regulatorio expresado en un contrato con un tiempo determinado, la empresa logró prestar el servicio local, ampliar su actividad a otros municipios, certificar calidad y, fundamentalmente, alcanzar una valoración social positiva amplia.
A través del ejercicio del voto, la sociedad riocuartense eligió la expresión política que había llevado a cabo la privatización, seguramente como expresión de sus preferencias sobre el modelo de desarrollo que termina (en la historia argentina casi inevitablemente) en la prestación de un servicio con el costo económico que se expone en la nota, la calidad que se observa y el aparato productivo y el empleo que disponemos, o sea el desarrollo que tenemos.
Y el que podemos tener, habilitando que el capital financiero trasnacional vaya filtrando en todos los intersticios, hasta el que podría parecer irrelevante, el de la basura de los riocuartenses. La pareja financiarización y extranjerización no parece estar construyendo territorios más inclusivos y dinámicos, por el contrario, la desregulación que la viabiliza va dando como resultados menores tasas de crecimiento de la producción de bienes y servicios, mercados de trabajos cada vez más degradados y crecientes niveles de pobreza y desigualdad.
“La pareja financiarización y extranjerización no parece estar construyendo territorios más inclusivos y dinámicos, por el contrario, la desregulación que la viabiliza va dando como resultados menores tasas de crecimiento de la producción de bienes y servicios, mercados de trabajos cada vez más degradados y crecientes niveles de pobreza y desigualdad”.
Así la historia, nuevos y difíciles consensos políticos -globales, nacionales, regionales y locales- son imprescindibles para disputarle al capital, crecientemente concentrado, mejoras en las condiciones de vida de las mayorías. En el discurso de los primeros 100 de su presidencia en los Estados Unidos, Joe Biden dejó algunas líneas que permiten desatar un poco de esperanzas. El rescate del trabajo como objetivo central de la política y la mejora en su remuneración y el fortalecimiento de una institucionalidad que los favorezcan, como vector de recuperación de la clase media, posibilita la reemergencia de una diversidad para la agenda del debate político que incorpora vías alternativas de desarrollo e interpela a cada persona o institución sobre su rol y responsabilidad en la construcción del futuro colectivo.
Excelente nota, muy claro.