L a Unión Europea aprobó el martes 13/07 la ejecución de la ayuda económica para España, Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovaquia, Francia, Grecia, Italia, Letonia, Luxemburgo y Portugal. A finales de mes, harán lo mismo con Chipre, Croacia, Lituania y Eslovenia.
Se trata de 12 planes de inversión y reformas presentados por cada uno de estos países para hacer uso del Fondo para la Reconstrucción de Europa acordado hace un año entre los 27 jefes de estado de la UE que, a precios corrientes, suma hoy 807 mil millones de euros: una inyección de dinero para el período 2021-2027 para sortear la crisis y la pandemia proyectando una Europa más sólida y más competitiva.
Aquella cumbre cerró el 21 de julio de 2020 y marcó un hito: por primera vez la salida no fue multilateral sino centralizada. Un presupuesto común de largo plazo con el paquete de estímulos más grande de la historia que será repartido en un 48% como subsidios y en un 52% como créditos, un endeudamiento conjunto mediante la emisión bonos UE para financiarlo y la creación de impuestos propios.
Lo que el Consejo de Asuntos Económicos y Financieros (Ecofin) aprobó esta semana es la distribución por país de los subsidios del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia que, con 672.500 millones de euros, es el principal componente de ese Fondo. Después, cada país puede hacer uso de los créditos que también están contemplados. Sean ayudas no reembolsables o préstamo, el Mecanismo está orientado solo para reformas e inversiones públicas.
Italia y España, los más golpeados y necesitados, encabezan la lista y recibirán esa partida más de 81.000 millones de euros cada una, casi el doble de subsidios que Francia (43.954 millones), el tercero en la lista. Detrás siguen Alemania, Polonia y Grecia.
Los fondos permitirán «no solo recuperarse de la crisis de la COVID-19, sino también para crear una Europa resiliente, más ecológica, digital, innovadora y competitiva para las próximas generaciones«, dijo Andrej Šircelj, ministro de Hacienda de Eslovenia, quien presidió la reunión del Ecofin.
De ahora en adelante los Estados irán recibiendo partidas semestrales -que no pueden ser utilizadas en gastos corrientes- a medida que cumplan con los compromisos. Inversiones en transición ecológica y descarbonzación de la industria, transformación digital y digitalización de la administración pública, renovación de viviendas, integración territorial y «reciclaje» profesional de la mano de obra. Y reformas fiscales, laborales y jubilatorias.
España recibirá 9.000 millones de euros en julio y otros 10.000 millones a fin de año. Su plan oficial de Recuperación y Transformación asume que «la crisis financiera de 2009 supuso un cambio de tendencia del PIB potencial dando paso a una década de reducción del crecimiento potencial».
Este plan de inversiones y reformas -dice el documento- apunta a la recuperación tras la crisis sanitaria, a impulsar un proceso de transformación estructural de la economía y llevar un desarrollo más sostenible desde el punto de vista económico-financiero, social, territorial y medioambiental.
El Consejo Europeo además trabaja sobre un plan estratégico para «hacer que la recuperación sea circular y ecológica» y tener una Europa más limpia y competitiva. Allí establecen 35 medidas y lineamientos orientativos sobre diseño de los productos, procesos de producción y empoderamiento de los consumidores. Se destacan cadenas de valor claves a desarrollar como la electrónica y las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), las baterías, los envases y embalajes, los plásticos, los productos textiles, la construcción y los edificios o los alimentos. Todo en vínculo con la digitalización y la proyección a escala mundial.
Unidad
Cinco días duró la tensa cumbre de julio de 2020 en la que algunos países amenazaron incluso con retirarse. Las economías del norte, con superavit, y las del sur, endeudadas, libraron una larga disputa no solo ese año sino desde 2017.
«El mundo entero está mirando si Europa es capaz de permanecer unida y superar la crisis» (“Europa es fuerte, Europa está unida”), había dicho la alemana Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea desde diciembre de 2019, en el fragor de las últimas negociaciones. Desde febrero el tema estaba en el tapete con el planteo del español Pedro Sánchez de asumir una deuda perpetua, sin devolución de capital.
Finalmente todos se alinearon con la propuesta germano-francesa: presupuesto común 2021-2027 de 2,02 billones de euros que contiene el Fondo de Reconstrucción de 807 mil millones de euros (todo a precios de hoy) y -otra medida inédita- nuevos impuestos propios.
El financiamiento se formará con el dinero que logren captar del mercado de capitales mediante la emisión de bonos de deuda, denominados “UE Próxima Generación”, respaldados por el presupuesto conjunto y a reembolsar con recursos del presupuesto comunitario y no por cada país aisladamente, en un largo plazo que llega hasta el año 2058.
«Es el acuerdo económico más importante desde la creación del euro», dijo entonces el comisario europeo de Economía, Paolo Gentilloni.
Hasta ahora, la Comisión Europea ha emitido deuda por 35.000 millones de euros.