Por primera vez en su historia, la Unión Europea (UE) se endeuda en nombre del conjunto de países que la integran. Se trata del pacto de Reconstrucción de Europa en el marco de la crisis y de las consecuencias de la pandemia del covid-19 pero que en verdad había comenzado a señalarse como necesidad y como oportunidad en 2017, tras la decisión de Gran Bretaña de salirse de la comunidad.
El Consejo Europeo, formado por los mandatarios de los 27 países, acordó este martes (21-07-2020) un presupuesto comunitario de 1,074 billones de euros y un fondo destinado repartir créditos y subsidios por 750 mil millones de euros, para el período 2021-2027.
Este último se formará con los capitales que logren captar del mercado mediante la emisión de bonos de deuda, denominados “UE Próxima Generación”, respaldados por el presupuesto conjunto de toda la región y a reembolsar con recursos del presupuesto comunitario y no por cada país aisladamente, en un largo plazo que llega hasta el año 2058.
El presidente francés, Emmanuel Macrón, festejó: “es un cambio histórico de nuestra Europa”.
Este Fondo, presentado por Francia en abril y junto con Alemania en mayo, eleva a 2,36 billones de euros la partida total que la Comisión Europea puso a disposición de los Estados y del sector privado. El monto equivale al 17% del PBI de la UE. Algo más del 15,9% del PBI destinado por EEUU (3,06 billones de dólares) y del 4% del PBI chino (4.200 billones de yenes), según sus cálculos.
Otra medida inédita es la creación de impuestos propios cuya recaudación permitirá saldar la nueva deuda. Son tasas sobre el plástico no reciclado, sobre la actividad digital y un sistema de ajuste sobre importaciones que se realicen desde países con estándares menos estrictos sobre emisión de carbono.
Según el FMI, Europa terminará 2020 con una caída de 10,2% en su PBI. El Banco Central Europeo (BCE) prevé hasta un -15% en el peor escenario, con una desocupación que promediaría el 10%. Pero en el sur europeo el impacto es mayor y el desempleo sería de 19,9% en Grecia, 18,9% en España, 11,8%en Italia, 10,1% en Francia y 9,7% en Portugal.
“A diferencia de crisis anteriores, esta vez los Estados miembros no han optado por un acuerdo intergubernamental, sino que han encargado a la Comisión Europea que se ocupe de la recuperación”, destacó su presidenta, Ursula Von der Leyen, integrante de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) que gobierna Alemania (fue ministra de Defensa entre 2013 y 2019) y del Partido Popular Europeo (PPE) que con 173 diputados es la primera minoría en el Parlamento Europeo.
El jueves, justamente, el Parlamento refrendó el acuerdo con 465 votos a favor, 150 en contra y 67 abstenciones.
Solidaridad
“Lo hicimos, Europa es fuerte, Europa está unida”, dijo este martes el belga Charles Michel, que preside el Consejo Europeo, al cierre del cónclave que llevó 5 días de duras negociaciones.
Los mandatarios de Holanda, Suecia, Dinamarca y Austria – el bloque de los autodenominados “países frugales”- pretendían que el grueso del Fondo sean créditos a devolver y no subsidios, que la ayuda esté supeditada a que los países receptores realicen reformas estructurales para reducir su déficit y su deuda pública, y que además los planes que presenten para usar esos fondos requieran ser aprobados por unanimidad en el Consejo Europeo imponiendo de ese modo una especie de poder de veto.
Los países del Este, como Hungría y Polonia, rechazaban además otros condicionamientos como el respeto a la independencia judicial o los derechos fundamentales de los ciudadanos, dos puntos con los que Bruselas los ataca.
Pasado el primer día de sesión, el canciller austríaco, Sebastian Kurz, anticipó que “no están dispuestos a que haya países que reciban ayuda sin hacer reformas” recordando que algunos “ya tenían deudas elevadas antes de la pandemia”.
“Nos damos cuenta de que hay problemas importantes en el Sur y queremos ayudarles también, pero queremos que el Sur implemente las reformas necesarias”, declaró en sintonía el primer ministro holandés, Mark Rutte.
“Es un momento de solidaridad para todos -señaló también Xavier Bettel, primer ministro de Luxemburgo- , porque si unos países caen, eso puede tener una repercusión en otros países”. Y explicó que “los que son grandes contribuyentes no quieren dar un cheque en blanco, sino tener derecho a mirar”: qué, quién y cuánto se gasta.
Su par de Italia, Giuseppe Conte, ajustó las dos posiciones: “Por un lado, están la gran mayoría de países, incluidos los grandes, que defienden el proyecto europeo. Y por otro, unos pocos, los llamados frugales”.
La presidenta Comisión Europea tomó distancia de los números e instigó a los miembros sobre esa cuestión de fondo. “El mundo entero está mirando si Europa es capaz de permanecer unida y superar la crisis”, declaró Von der Leyen.
Negociando
La propuesta inicial presentada por la conducción del Consejo Europeo y de la Comisión Europea, y sostenida por Francia, Alemania, España e Italia, era de 500 mil millones en subsidios y 250 mil millones en créditos. El 70% a repartir desde 2021 según evolución del PBI, del endeudamiento y de la tasa de desocupación de cada país y el 30% restante desde 2023 en función de la evolución de esos índices.
Quienes quieran acceder a las ayudas, tendrán que llevar a cabo reformas e inversiones que favorezcan la transición ecológica y digital para que toda Europa salga de la crisis con sistemas productivos modernos. Esos planes tienen que ser aprobados por el 55% de los 27 países integrantes del Consejo Europeo.
Los cambios más sustantivos de la negociación fueron: subir a 390 mil millones los créditos y bajar a 360 mil millones los subsidios, y achicar los aportes que hacen los mayores contribuyentes, Alemania y los cuatro “frugales”, en la conformación del presupuesto comunitario de 1,074 billones de euros.
Estos países se ahorrarán así 52.000 millones durante los siete próximos años. Más de la mitad, corresponde a los “países frugales”. Holanda, donde gobierna el Partido Popular por la Libertad y la Democracia, es el más beneficiado con un descuento de 13.000 millones.
El partido Rutte, primer ministro holandés, integra la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) que en 2019 pasó a llamarse Renovar Europa y es la tercera minoría en el Parlamento Europeo con 98 diputados.
En ese bloque participan también La República en Marcha, coalición que en 2017 llevó a Emmanuel Macron a la presidencia de Francia, y el Movimiento Reformador que gobierna en Bélgica y de dónde proviene Charles Michel, titular del Consejo Europeo.
Al ritmo de la pandemia
A inicios de abril, el Consejo Europeo discutió y luego el Eurogrupo aprobó, un paquete de 500 mil millones de euros a ejecutar como préstamos a los Estados y al sector privado para contrarrestar la recesión: 240 mil millones a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad, organismo intergubernamental creado en 2011 que funciona de manera permanente para salvaguardar la estabilidad financiera, y 100 mil millones del fondo SURE disponibles para costear contribuciones salariales y seguros de desempleo. Para las pymes, 200 mil millones en créditos baratos del Banco Europeo de Inversiones (BEI).
Sobre lo acordado, la ministra de Hacienda del Reino de España, Nadia Calviño, señaló que “esta red de seguridad a corto plazo está muy bien, pero esto no quiere decir que no tengamos que trabajar a medio plazo en la emisión conjunta de deuda”.
El planteo español había sido el de impulsar un nuevo “plan marshall para Europa” y la emisión de deuda perpetua que implica que los países paguen permanentemente y en adelante solo los intereses. El presidente de ese país señalaba como «imprescindible» una respuesta financiera común a la crisis motivada por la pandemia para que la UE «tenga sentido» y no solo sea una agrupación de países con «intereses mercantiles».
“Es una crisis simétrica, no puede encontrar solo una respuesta nacional”, dijo Sánchez por esos días. “Es crucial evitar una UE más desigual y que debilite el mercado interior”.
Los “frugales”, y también Alemania, lo habían visto como un intento del sur endeudado de aprovecharse de la disciplina del norte. La Oficina de Estadísticas de la UE (Eurostat) registra que todos estos países mantienen desde 2018 un superávit público estacionalizado de entre 2% y 4% de su PBI. Francia, por el contrario, va acumulando desde desde entonces 2% de déficit.
Fueron justamente los franceses quienes entonces abrieron el juego a un “fondo de recuperación gestionado por la Comisión Europea” para financiar programas estratégicos industriales, tecnológicos o medioambientales.
“Esto es para lo que servirá este fondo: para un renacimiento europeo para seguir al nivel de las grandes potencias del planeta”, explicó Bruno Le Maire, ministro de Economía de Francia, durante la sesión de abril del Eurogrupo.
El 16 de abril Von der Leyen fue al Parlamento y defendió la necesidad del Plan Marshall para superar la crisis pero se apoyó en otro instrumento: «El presupuesto europeo será el buque insignia de la recuperación” para “ incentivar la enorme inversión que requerimos de cara a reconstruir el Mercado Único tras el coronavirus”.
A mediados de mayo, los cinco principales bloques parlamentarios (populares, socialdemócratas, liberales, ultraconservadores y ecologistas) aprobaron una recomendación -no vinculante- destinada a la Comisión Europea: un paquete de recuperación de al menos 2 billones de euros a repartir principalmente como subsidios y en menor medida como créditos.
La Mesa Redonda Europea de Industriales (ERT, siglas en ingleś), que agrupa a las principales 80 empresas de la región, respaldó la emisión de los bonos “Nueva Generación-UE” e instó al urgente consenso” de los gobernantes. Se trata de «un plan de inversiones sólido y convincente para estimular una recuperación transformadora”, dicen en el comunicado publicado el 10 de junio.
Días después, la Confederación Europea de Sindicatos (CES) dio a conocer su posición: pidió que el Fondo sea mayor y con mayor peso de los subsidios directos, seguro de desempleo y renta mínima garantizada, tributos sobre la renta para financiar parte del presupuesto comunitario, un impuesto mínimo del 15% sobre el saldo contable de las grandes corporaciones e impedir la presencia de paraísos fiscales en la UE. Además, que se introduzcan sanciones económicas a los países que cierren el año con superávits comerciales por encima del 3% del PBI.
El eje
El 18 de junio aparecieron juntos Angela Merkel y Emmanuel Macron. Lanzaron la propuesta para contrarrestar las consecuencias de la pandemia pero, evidentemente, con un objetivo y alcance mayor al hablar del “plan de reconstrucción para la UE«. “Tenemos que actuar de manera europea”, dijo entonces Merkel alertando que las actuales circunstancias “ponen en peligro la unidad”.
«Somos 27 socios, pero si Alemania y Francia dan un impulso será más fácil para todos tomar una decisión para salir reforzados de la crisis“, precisó.
En el comunicado conjunto, los lideres franco-germanos ratifican que la idea de transferir subsidios y no créditos, es para evitar que se dispare la deuda de los países afectados por el coronavirus.
De esta manera repitieron el mensaje de junio de 2017, apenas un mes después de que el gobierno británico invocara el artículo 50 del Tratado de la UE y pidiera formalmente su salida. Macron recién había sido elegido, fue a Berlín y convocó a la “refundación de Europa”.
Dos años después, en marzo de 2019, reforzó el mensaje mediante una carta abierta a los ciudadanos del continente. “Nunca antes, desde la segunda guerra mundial, Europa ha sido tan necesaria. Y, sin embargo, nunca ha estado tan en peligro”, sostuvo entonces.
El brexit’ es el símbolo de ese fracaso y la tentación del repliegue nacionalista una “trampa que amenaza a toda Europa”, dijo también en ese escrito al que tituló “Por un renacimiento Europeo”.
Hacia fines de ese año, le consultaron a la alemana Ursula Von der Leyen sobre los efectos de la retirada británica. “No ha provocado el comienzo de un proceso de destrucción de la UE, al contrario. El Brexit ha tenido una consecuencia paradójica que consiste en haber hecho más fuerte la UE, que asume sin el Reino Unido una posición común consolidada”.
Camino final
La jefa del BCE, Christine Lagarde, francesa, dijo a mediados de mayo que la propuesta de Merkel y Macron allana el camino: “Si el plan de recuperación europeo combina las subvenciones comunitarias y los préstamos a muy largo plazo, con tipos de interés bajos, destinados principalmente a los países que más los necesitan, habremos dado un gran paso adelante en la solidaridad financiera europea”.
Von der Leyen, alemana, jefa de la Comisión Europea, reforzó la iniciativa diciendo que “hace hincapié de forma acertada en la necesidad de trabajar en una solución con el presupuesto europeo como núcleo”.
Y así fue.
Al finalizar la maratónica sesión de julio del Consejo Europeo, Pedro Sánchez dijo, sin más: “hoy se ha escrito una de las páginas más brillantes de la historia de la UE”.
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