E l EEUU de Joe Biden salió a visitar a los gobiernos de Jair Bolsonaro y Alberto Fernández. Para la Casa Blanca, “Argentina y Brasil son los principales países aliados no pertenecientes a la OTAN”, pues Colombia ya la integra. Son “dos de las economías más relevantes, no solo a nivel regional, sino también a nivel mundial” y las expectativas de la reciente gira apuntaron a mantener conversaciones y apoyos más allá de lo bilateral, a mediano y largo plazo, sobre la región y sobre las relaciones globales.
Aún retomando una diplomacia multilateral enfocada en el G20, la agenda de estas visitas no se salen en nada del guion de la “Estrategia de Seguridad Nacional” de la era Trump, publicada en diciembre de 2017, en la que afirma que China y Rusia más los “dictadores regionales” (Cuba, Venezuela y Nicaragua) buscan “socavar la prosperidad”. De 2017 a 2021 algunas cosas han cambiado, así que el plan es ahora evitar que China haga pie en países pobres de África y naciones medianas de América Latina.
A otro nivel, en la última cumbre del G7 (EEUU, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón) de junio pasado, Biden puso sobre la mesa el “Build Back Better World” (B3W), un plan de infraestructura global financiado por esos países para fortalecer la posición occidental y recuperar el terreno perdido ante el proyecto chino de la “Nueva Ruta de la Seda”. Será un “mecanismo de financiación transparente y basado en valores como la lucha contra el cambio climático, la salud, la tecnología digital y la equidad de género», explicó entonces el presidente norteamericano.
Brasil y Argentina han quedado ahora con posiciones contrapuestas en la región latinoamericana: uno con el Grupo de Lima, otro como mentor del Grupo de Puebla y junto con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, azuzando el reemplazo de la Organización de Estados Americanos (OEA, con sede en Washington) por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), integrada por 32 países y que, como bloque económico, se alistaría en el tercer puesto mundial siendo el mayor exportador de alimentos. Sin embargo, las economías de ambos están cada vez más asociadas a la de China.
Apenas antes de partir hacia el Cono Sur, un miembro del gobierno demócrata explicó que “hablamos con países de derecha e izquierda, sin importar quién esté en el poder”.
Así fue que llegaron las comitivas encabezadas por Jake Sullivan, titular del Consejo de Seguridad Nacional (CSN) de la Casa Blanca y Juan González, titular del Hemisferio Occidental de esa entidad. El primero ya había trabajado con Barack Obama y Hillary Clinton. El segundo asesoraba a Biden en temas latinoamericanos cuando era vicepresidente y en la campaña electoral en la que derrotó a Trump. El equipo alistó también al director de Tecnología y Seguridad Nacional, Tarun Chhabra, y el responsable de ciberseguridad, Amit Mital.
.@JakeSullivan46 conversó con el sec. de Asuntos Estratégicos G. Beliz sobre el compromiso compartido de Argentina y EEUU en la defensa de la democracia, los DDHH y la seguridad regional, que hace a nuestros países socios naturales a nivel bilateral y multilateral. pic.twitter.com/ALz8Htn3r1
— Embajadaeeuuarg (@EmbajadaEEUUarg) August 6, 2021
En el centro de la agenda estuvieron las políticas de defensa y de seguridad del hemisferio. Seguridad es básicamente el desarrollo de la red de 5G. EEUU pretende que Brasil excluya a Huawei, la empresa china de telecomunicaciones, de la licitación de frecuencias de 5G prevista para este año. A Alberto, algo similar, sabiendo que ARSAT ya tiene en curso algunos proyectos con la empresa china.
Huawei se instaló en 2001 en Argentina. “Es uno de los fabricantes de tecnología más grandes” del país que emplea “de forma directa a 500 personas y cerca de 1.500 de manera indirecta”, según Juan Borona, de relaciones públicas de esa empresa.
Entre los hitos de los últimos 12 meses, Borona destaca que Huawei fue el proveedor elegido por uno de los operadores de comunicaciones móviles para la prueba de 5G en Buenos Aires.
Toma y daca
A Brasil le ofrecieron directamente el ingreso a la OTAN y a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). A Argentina, ayuda en la negociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional.
El enfoque de la Casa Blanca es evitar que estos países caigan en conflictos sociales a partir de la no-resolución de la crisis económica y sanitaria pos pandemia del covid-19.
El viernes almorzaron en Olivos con el presidente Fernández, con el Canciller, Felipe Solá, el Ministro de Economía, Martín Guzmán, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz y Jorge Argüello, embajador argentino en Washington. En ese marco hablaron de promover una nueva arquitectura tributaria y financiera global.
Fernández entregó en mano una carta para Biden, agradeciendo las 3,5 millones de dosis de la vacuna Moderna enviadas como donación antes de que se venzan. «Me alegra que coincidamos en una agenda global de justicia social y de desarrollo humano», escribió en su Twitter.
Por la mañana, Sullivan y su equipo habían estado reunidos con varios ministros. Por la tarde fueron al Palacio San Martín, sede de la Cancillería, para reunirse con integrantes del Consejo Económico y Social y con representantes empresariales, sindicales (Hugo Yasky, Marita Carballo, Héctor Daer, Gerardo Martínez y Ricardo Pignanelli), académico y científicos.
A pesar de reconocer que EEUU vivencia el crecimiento de China «como una amenaza» porque busca «recuperar el posicionamiento internacional», el embajador argentino en la país del norte, Jorge Argüello, afirmó que «en ningún momento hemos recibido ninguna expresión de preocupación por el crecimiento de nuestro comercio bilateral con China».
«Por el contrario, estamos teniendo una agenda muy positiva», dijo en Radio El Destape, al evaluar las conversaciones de las que fue protagonista. «Hay un reconocimiento recíproco por parte de los presidentes Joe Biden y Alberto Fernández y el intercambio que estamos teniendo a nivel de los ministerios es intenso y creciente”.
El bloque de representantes del Partido Demócrata en el Congreso se opuso a que Biden estableciera vínculos con Bolsonaro. Pero la geopolítica trasciende la persona y deja en evidencia la necesidad de que Brasil sea el enclave norteamericano en Sudamérica y condicionar así futuras posiciones globales y regionales.
En octubre del año pasado, con Trump en la Casa Blanca, el gobierno estadounidense ofreció financiar comprar de equipamientos Ericsson y Nokia para la infraestructura 5G en Brasil.
“China ha hecho un movimiento muy significativo en Brasil. Son el mayor socio comercial de Brasil, así que es algo que nos preocupa”, dijo entonces el representante comercial de EEUU, Robert Lighthizer.
En aquella Oportunidad viajaron funcionarios de la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de EEUU (DFC) y del banco estadounidense EXIM (Export-Import Bank of the United States), con el entonces asesor Seguridad Nacional Robert O’Brien.
Para Argentina, en tiempos de Macri, acordaron disponer de fondos públicos de EEUU para empresas argentinas a través de la OPIC (Overseas Private Investment Corporation). Biden pretende usar esos billones de dólares para contener a China por medio de créditos blandos que se usarían para infraestructura y tecnología para que desarrollen sus propios programas de 5G.
En Brasilia, además de ver a Bolsonaro, Sullivan estuvo con el ministro de Defensa, el militar Walter Souza Braga Netto, el ministro de Relaciones Exteriores, Carlos França y con el ministro de Comunicaciones, Fábio Faria.
Faría informó que dialogaron sobre “el respeto a la ciberseguridad” y sobre garantizar que la red 5G “traiga los beneficios prometidos a todos los brasileros”. Dijo que le presentaron “el panorama del mercado global de suministro de chips para equipos de telecomunicaciones” y ratificó que tratarán “prioritariamente” en tema de la red 5G.
La cancillería brasilera informó que dialogaron sobre “la defensa de la democracia y los derechos humanos y los asuntos de seguridad en el hemisferio”.