El miércoles 16, en una conferencia de prensa virtual, Joe Biden, presidente de EEUU, en conjunto a los primeros ministros de Australia y Reino Unido, Scott Morrison y Boris Johnson, anunció una “nueva alianza de seguridad y cooperación trilateral” en materia de defensa para el Indo-Pacífico, llamada “AUKUS”, con el objetivo de compartir información y conocimientos en áreas tecnológicas avanzadas de defensa como inteligencia artificial, cibernética, cuántica, sistemas submarinos y capacidades de ataque de larga distancia.
De esta manera, Biden anunció que el primer paso concreto para desarrollar el pacto sería proporcionar a Australia tecnologías necesarias para dotarse de submarinos de propulsión nuclear, argumentando así la “estabilidad” en la región.
Actualmente, los submarinos nucleares son operados por solo seis países (China, Francia, India, Rusia, Estados Unidos y El Reino Unido) que también poseen armas atómicas. El nuevo proyecto AUKUS convertiría a Australia en el primer país del mundo con submarinos de propulsión nuclear, pero sin armas.
CHINA COMO OBJETIVO
El anuncio de este acuerdo se produjo días después de una conversación telefónica entre el líder estadounidense y el presidente chino, Xi Jinping, en la que se acordó dialogar de forma frecuente para evitar “conflictos” que perjudiquen a ambos países y al mundo.
Los hechos, sin embargo, demuestran otras intenciones.
Sin ir mucho más lejos, el pacto debería ser firmado hoy, en la Casa Blanca, en el marco de la cumbre del “QUAD” (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral), foro informal compuesto por EEUU, Japón, Australia e India, creado en 2007 ante el crecimiento militar de china.
La respuesta del gobierno chino fue inmediata. Zhao Lijian, portavoz de su cancillería planteó que “la cooperación entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia en materia de submarinos nucleares socava de manera grave la paz y la estabilidad regionales” e “intensifica la carrera armamentística y compromete los esfuerzos internacionales de no proliferación nuclear”. Calificó el acuerdo como “extremadamente irresponsable” debido a que “utiliza las exportaciones nucleares como herramienta geopolítica”. Agregó que el nuevo pacto demuestra la “mentalidad de guerra fría» de los tres países firmantes, a quienes pidió «hacer más por la paz y la estabilidad” ya que “de lo contrario terminarán haciéndose daño a sí mismos”.
AUKUS cooperation on nuclear submarine, which poses a serious risk of nuclear proliferation, proves once again that the US & the UK apply double standards to nuclear cooperation. pic.twitter.com/zOXNVypA9C
— Lijian Zhao 赵立坚 (@zlj517) September 22, 2021
Y no fue el único país en cuestionar la alianza.
Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, aseguró que vetará la entrada en las aguas de su país a los futuros submarinos nucleares australianos, en línea con la política antinuclear adoptada en la década de 1980. La cancillería de Indonesia indicó que el país se encuentra “profundamente preocupado por la continua carrera armamentista y la proyección de poder en la región”.
Por su parte, el Ministerio de Exteriores de Rusia, planteó: “Partimos de que Australia, como Estado no nuclear que es un miembro de buena fe del Tratado de No Proliferación Nuclear, respetará sus compromisos en ese marco, así como en virtud del acuerdo de salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica y su Protocolo Adicional”.
Desde el Departamento de Prensa de Corea del Norte también hubo cuestionamientos: “se trata de actos extremadamente indeseables y peligrosos que alterarán el equilibrio estratégico en la región de Asia-Pacífico y desatarán una carrera armamentística nuclear en cadena”. Washington es “principal responsable del derribo del sistema internacional de no proliferación nuclear”.
En Reino Unido, ante el Parlamento, Boris Johnson expresó que el pacto no pretende ser adversario de ninguna potencia, sino que “refleja la estrecha relación que tenemos con Estados Unidos y Australia” y no violará el tratado de no proliferación nuclear.
De igual forma, su homólogo australiano defendió la propuesta: “no es raro que los países tomen decisiones en función de sus propios intereses estratégicos y aumenten sus capacidades de defensa. China toma las mismas decisiones, al igual que otros países de nuestra región”.
El 12 de septiembre, el Servicio de Distribución de Información Visual de Defensa (DVIDS) de EEUU, reveló que cuatro buques de guerra chinos habrían navegado frente a las costas de las islas Aleutianas en Alaska a finales de agosto, lo que corresponde a la zona económica exclusiva de EEUU.
RUIDO ADENTRO DE LA OTAN
Si bien, en palabras de Johnson, “la cooperación militar de los países de Aukus no afectará las relaciones en el marco de la Alianza atlántica, absolutamente fundamentales para nuestra seguridad”, el resultado fue otro: Australia anunció la suspensión del programa para la construcción de la nueva flota de submarinos convencionales con la empresa francesa Naval Group (DCNS), por un valor de casi 66 mil millones de dólares, al considerar que éstos ya no se ajustan a «las necesidades operativas en las próximas décadas» en la región Indo-Pacífico.
Jean-Yves Le Drian y Florence Parly, ministros de Exteriores y de Fuerzas Armadas de Francia, respectivamente, emitieron una declaración conjunta: “Esta decisión va en contra de la letra y el espíritu de la cooperación que existía entre Francia y Australia”, “marca una falta de coherencia que Francia no puede sino lamentar y observar”. “Esta decisión unilateral, brutal, imprevisible, se parece mucho a lo que hacía el presidente Trump”, es una “puñalada por la espalda”.
Al día siguiente, por orden del ejecutivo galo, la cancillería llamó a consultas (retiró temporalmente) a los embajadores franceses de Australia y EEUU, y cosechó el apoyo de sus pares europeos. “Los principios elementales de una alianza son la lealtad y la transparencia. Esa no es la opción que ha hecho nuestro aliado”, expresó Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, a lo que se sumó la titular de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen: “uno de nuestros estados miembros ha sido tratado de una manera que no es aceptable”.
Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano, planteó que “no hay una ruptura regional que separe los intereses de nuestros socios del Atlántico y el Pacífico”. “Francia, en particular, es un aliado vital en esto”. “Estados Unidos no dejará sola a Australia en el campo, o mejor dicho, en la cancha”.
Casi una semana después, en simultáneo a que Parly ponía en cuestionamiento “los conceptos estratégicos” de la OTAN con el apoyo de Alemania, se produjo una conversación telefónica entre el presidente francés, Emmanuel Macron y Joe Biden, donde acordaron el retorno del embajador a Washington y reunirse presencialmente en octubre, a la vez que iniciarán «un proceso de consultas a profundidad para crear las condiciones que garanticen la confianza».