La ilegitimidad de la deuda, su aspecto fraudulento, muestra a las claras la forma en la que los grupos dominantes se hicieron de nuestros recursos. Pero soslaya que su aspecto ilegal puede implicar -en contrapartida- que existan formas legales para extraer la riqueza generada socialmente.
Y es lo que pasa todos los días. Porque los instrumentos se perfeccionan y se hacen parte de nuestra vida cotidiana. Todos los meses, los Estados van al mercado de capitales a buscar liquidez para cancelar deudas viejas y tener un remanente para su funcionamiento.
Es evidente que con un volumen de dinero enorme que va a pagar deuda, podría cumplirse con la deuda interna de la pobreza. Pero más evidente es cómo se impone ese valor ciudadano de los cumplimientos y obligaciones, que grita por lo bajo que cualquier ruptura nos puede alejar del mundo.
¿Seguir en un mundo cuyo resultado en el país es la mitad de la población pobre? ¿No será que cuando nos desacoplamos de esa conexión pudimos ahorrar hasta incluso cancelar el pago al FMI?
La crisis, por donde se la mire, nos interpela. Las rotas cadenas pueden dejar de ser solo un himno, si como pueblo queremos flamear un pedazo de soberanía. Es una decisión querer hacerlo.
Para ponerlo en sintonía al no pago de la deuda fraudulenta,macri debe ir preso. Así demostramos poder y que no aceptamos que nos manejen.De otra forma no sirve hacerce él malo.