R ío Cuarto está a la vanguardia de la innovación y de la alta tecnología, pero principalmente trabaja y abona los temas que son tendencias en todo el mundo”, dijo el subsecretario de Vinculación Tecnológica Productiva de la provincia de Córdoba, Gonzalo Valenci, en el lanzamiento de Carbon Neutral Plus (CN+), una nueva empresa de BioArgentina que se aventura en el mercado global de Certificados de Energías Renovables (REC, por sus siglas en ingles) y de Bonos de Carbono. “Es un orgullo”, agregó y destacó que el gobierno provincial co-financió su incubación.
Fue el 27 de octubre. Dos días antes, la Organización Meteorológica Mundial de Naciones Unidas (OMM) había informado que pese a la pandemia y la caída mundial del PBI, las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) aumentaron en 2020 al punto tal que la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera es la más alta en la historia: 413 partes por millón.
Dos días después, iniciaba la cumbre del G20 y la Conferencia sobre el Cambio Climático COP26, también de la ONU. En ambas, la transformación de la arquitectura financiera se articula con el imperativo de la agenda verde -o descarbonización del sistema-. Pero de la segunda, solo quedó el mismo compromiso de años anteriores: alcanzar los Objetivos para el Desarrollo Sostenible en 2030 (datan de 2015) y eliminar la emisión de CO2 en 2050.
Circular
CarbonNeutral es la tercera empresa del Grupo liderado por Manuel Ron y Marcelo Otero y conformado por productores agropecuarios propietarios de Bio4, que desde 2012 produce etanol de maíz, y de la generadora Bioeléctrica encendida en 2015. Todo acá: la primera provincia y el primer departamento maiceros del país.
Este emprendimiento termina de afinar los anteriores y agrega un nuevo negocio. Está basado, por un lado, en la naturaleza: el carbono capturado “por el proceso de la fotosíntesis que ya gestionamos los productores agropecuarios”, explicó Ron. Y “si encima lo hacemos intensivo en plantas que aporten carbono haciendo cultivos de cobertura de invierno, podemos llegar a ser carbono negativos, o sea, capturar más carbono del que emite la propia actividad agrícola.”
Por el otro, otra captura: la de ese recurso natural excedente dentro de un REC que puede ser monetizado y puesto a engorde en la Bolsa de Valores. Así, “los productores podríamos llegar a tener una fuente de ingresos extra.”
Intermediación
CN+ es una plataforma digital accesible a cualquier empresa de cualquier lugar del planeta, para que mida y compense su Huella de Carbono, es decir, la emisión directa de GEI en su proceso productivo, en su flota de vehículos y su consumo de eléctrico de red, abastecida en general por combustión de recursos no renovables.
El servicio de medir es gratuito. Compensar, no. Implica la compra-venta de las certificaciones internacionales. El plus de CN+, es que un tercio de lo recaudado con esos papeles se destina a ONGs.
Actualmente son la Fundación Ecoandina que tiene 4 termotanques solares en Catamarca para reemplazar el uso de leña en comedores comunitarios y escuelas rurales, y Amigos de la Patagonia que reforesta en el Parque Nacional Lanin. Ambas son actividades certificables además, por reducir el CO2 que flota en la atmósfera.
Las asociaciones civiles son claves en el flujo de capital de este mercado verde y social (ver “ONG Techo…”). De hecho, las entidades a partir de las cuales CN+ ofrece su servicio, lo son: la International REC Standard Foundation (I-REC), con sede en Holanda y operaciones en 34 países y la Verified Carbon Standard, inscrita en Washington, que acredita la no emisión de CO2 y la convierte en bonos negociables y cotizables. En su junta directiva hay directores de Fondos Comunes de Inversión (FCI) y ex funcionarios de Banco Mundial.
Instrumentos
El REC es un instrumento transable que otorga derechos de propiedad sobre los atributos ambientales y sociales de 1MWh de energía eléctrica limpia, producida sin GEI.
En julio de este año la compañía italiana ENEL Trading Argentina, la mayor generadora eléctrica del país, fue la primera en concretar la venta de RECs que obtiene al registrar los “electrones verdes” de una de sus plantas: la hidroeléctrica El Chocón. Y los puede vender por separado de la energía física propiamente dicha.
En esa misma situación estaría BioEléctrica, la otra empresa del grupo local. De hecho, esa fue la motivación inicial de Ron y Otero, tras visitar Silicon Valley en 2018 junto con otros integrantes del Cluster Río Cuarto: “trazar los electrones verdes que ya producíamos y tokenizar la energía con un REC que emitiéramos nosotros”, comentó Ron.
Los llamados Bonos de Carbono -o Certificados de Emisiones Reducidas (CER)- son uno de los instrumentos nacidos del Protocolo de Kioto de 1997 para intentar reducir el calentamiento global.
Cada Bono representa la emisión a la atmósfera de 1 tonelada de CO2 equivalente, una unidad que sintetiza el conjunto de gases que aumentan el efecto invernadero: además del CO2, metano, óxido nitroso y gases fluorados.
Crear mercados
Después de Kioto, 15 países le pusieron precio a ese Bono y las empresas que emiten más GEI de lo permitido, lo pagan. El Banco Mundial brega hoy para que otras 30 naciones hagan lo mismo.
Ese Bono (o el valor de ese bono) puede ser recibido por cualquier emprendimiento de cualquier lugar del mundo que, mediante su actividad, contribuya a que haya menos CO2 en la atmósfera. Por ejemplo, mediante la generación de energía renovable, mejoramiento de eficiencia energética de procesos, conservación y restauración de bosques, ríos, lagos y humedales, eficiencia energética en el transporte, uso y manejo de suelos para la agricultura.
Justamente, “el suelo es el principal sumidero de carbono del planeta”, explicó Ron. Y agregó: “nosotros, como productores, estamos super comprometidos en la captación de carbono.”
Reducir, compensar
La reducción de la emisión directa o indirecta de CO2 puede ser real o compensatoria. En el primer caso, se certifican los resultados efectivos de los cambios en el proceso productivo o en su matriz de consumo eléctrico, y por ello se reciben Bonos y RECs. En el segundo, se compran estos últimos para compensar su Huella de Carbono. Cualquiera de estas formas sirve para exhibir una ecoetiqueta frente a consumidores e inversores: BIORec+ y BIOCarbon+ son las de la firma local.
Este servicio de intermediación es el que ofrece CN+ evitando la inversión renovable “in company”. Y de esta manera, además, captura para sí parte de la rentabilidad de la actividad de esa otra empresa que lo contrató.
Transformación de qué
Con estos certificados se entra al mercado global de bonos en el que se puede recuperar la inversión hecha, recibir fondos para un nuevo proyecto o participar del fondeo -y entonces de la rentabilidad- de otros.
Carbon Disclosure Project (CDP), otra ONG, británica, dedicada a medir impacto ambiental, asegura que sus monitoreos “se integran en la plataforma Bloomberg y constituyen la base para elaborar diversas calificaciones de fondos y productos de inversión”.
Se supone que, de ese modo, se fuerza el flujo de capitales hacia la industria de energías renovables de cualquier parte del mundo. Pero la propia CN+ dice en su página web que “el precio de venta de los RECs no estaba incentivando a los generadores a llevar a cabo nuevos proyectos”.
El reciente récord de concentración de CO2 confirma que la transformación no está siendo justamente ambiental. Y el mercado de Bonos de Carbono viene tan en alza como la temperatura del planeta. La Bolsa de Londres cerró ayer en 60 dólares la tonelada de CO2e. Las empresas, dice CN+ en su web, están tomando un precio de referencia de entre 20 y 200 dólares en su previsión de inversiones.
Reprimarización financiera
Días previos a la COP26, el periódico Brasil de Fato señalaba que “solo en apariencia los países centrales están disminuyendo sus emisiones”. Los mercados de carbono producen el efecto contrario pues “es más barato comprar un bono que invertir en sustituir el uso de combustibles fósiles”. Además, “transforma la forestación en activos monetizables en la Bolsa de Valores, lo que implica la pérdida de soberanía de los pueblos”.
En el segundo día de la Cumbre de Glaslow, en Inglaterra, el presidente boliviano Luis Arce denunció la existencia de un “colonialismo del carbono para seguir alimentando el nuevo sistema capitalista verde”.
En el sexto día las protestas continuaban fuera del recinto pidiendo acciones inmediatas en lugar de más promesas. Esta COP26 “es un festival de lavado de imagen verde para el Norte global”, dijo en twitter la activista sueca Greta Thunberg.
@GretaThunberg #Glasgow #COP26 #ClimateStrike #SchoolStrike2021 pic.twitter.com/BSAtOHXxJa
— Ruth Carter (@ruthcartertuam) November 5, 2021
También estuvo allí el argentino Alberto Fernández. Desde el estrado, dijo que “el G20 (recién finalizado) hizo dos recomendaciones al FMI que yo propuse. Es muy bueno y marca un camino para reformular el sistema financiero tras la pandemia”. Se refería a que el Fondo adopte finalmente la agenda verde y canjee parte de la deuda por inversiones en recursos naturales exportables.
Hace ya poco más de un año, la CEPAL advirtió que esta crisis “modificará la interdependencia de la economía mundial y conducirá a la reprimarización de las economías” de América Latina y el Caribe.