El tan mencionado crecimiento vuelve a usarse en las distintas acciones de los actos de gobierno y el impulso de las distintas políticas. De su mano, vienen los datos de actividad y en números -de a miles- los dólares que entran y que entrarán por exportar.
De granos a litio, pasando por alimentos, petróleo y gas, la lista de los ministerios ve una importante oportunidad, más cuando la guerra hizo subir los precios de la energía.
Pero lo que no se pone ni siquiera en signos de preguntas, es que el capital -en todas sus formas- extrae recursos de donde sea para valorizarlos en poco tiempo y a como dé lugar.
Complicidad o tibia esperanza, esos dólares que entrarán en algún momento generarán las condiciones generales para la inlusión social.
Pareciera que es cuestión de esperar y que en esos flujos que vendrán, habría alguna posibilidad.
Con una pobreza histórica y con salarios que miran de abajo a la inflación, esos decires cada vez se parecen a un cuento de ficción.
Pretender hacer distributivo un sistema de producción privado y privativo, es quizás la inocencia -o el engaño- al que nos entretienen seguido. Pareciera que primero hay que esperar, luego exportar, para después existir. Bien sabemos que primero hay que saber sufrir.
La izquierda debería callarse la boca.Todos sabemos que éstos problemas de hoy vienen de cuando muere Perón y desde ese momento no paran de oponerse al peronismo y con muchas agachadas a la hora de votar una ley.Abtenciones históricas que todos saben que terminan beneficiando al capital y escudándose sobre la utopía de que no es lo que él pueblo necesita.