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rabajadores franceses llevaron a cabo el martes 31 de enero una jornada de protestas en contra de la reforma al sistema de pensiones impulsada por el presidente Emmanuel Macron, que pretende subir la edad de jubilación de 62 a 64 años. Cerca de 1,2 millones de personas protestaron según cifras del ministerio del Interior, en tanto que el sindicato CGT cifró la participación en 2,8 millones.
Alrededor de 250 concentraciones fueron convocadas por organizaciones de ferroviarios, controladores aéreos, policías, agentes de seguridad, estudiantes, profesores, petroleros, entre otros.
El secretario general de la Central General de Trabajadores (CGT), Philippe Martinez señaló que “si la Primera Ministra no ha escuchado el mensaje, hoy se lo diremos más alto, más fuerte y más numeroso”.
Dos semanas antes, casi dos millones de personas salieron a las calles por el mismo motivo.
El ministerio del Interior informó que 11.000 policías fueron desplegados en todo el territorio galo. De ellos, 4.000 en la capital.
El domingo 29 de enero, la premier Elisabeth Borne afirmó que el retraso progresivo hasta 2030 de subir la edad de jubilación “ya no es negociable” pese a la impopularidad de la medida que fue esgrimida por el Gobierno como una solución al déficit.
En una encuesta de la consultora Elabe, el 72 por ciento rechazó la reforma.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) expresó su apoyo a una reforma que, junto a la aprobada sobre el seguro por desempleo, permitiría que Francia reduzca su deuda pública, situada por encima del 110% del PIB.
Una parte de la oposición pidió una “moción de censura popular” en las calles.
Jean-Luc Mélenchon, uno de los líderes opositores dijo que “estamos viviendo un día histórico. El señor Macron está seguro de perder”, y reclamó un “referéndum” sobre el proyecto.