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ace un año, las exportaciones rusas de hidrocarburos, sean petróleo, gas o carbón de coque, llegaron a un máximo de 1.170 millones de dólares diarios. Según el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA), con las sanciones que le fueron impuestas -como prohibiciones de comerciar y topes en los precios-, más la caída del precio del crudo ruso de 99 a 50 dólares el barril, la facturación diaria se ha reducido hoy a menos de la mitad: 560 millones de dólares por día. Es “una gran cantidad de dinero” que tiene que ser reducida pues sigue siendo “un facilitador clave de la acumulación militar de Rusia”, concluye este laboratorio de ideas con sede en Finlandia.
El informe señala que entre el 24 de febrero de 2022 y 2023, las energéticas rusas vendieron un total de 315.000 millones de dólares, de los cuales el 47% se los pagó Europa. Aunque son 13 los países de la Unión Europea que integran la lista de los 20 principales clientes rusos, compran por día un 85% menos que antes de la guerra.
En el primer año de la guerra, China puso en Rusia un total de 66.700 millones de dólares, el 80% destinado a proveerse de crudo. Con ese desembolso, casi que triplica a Alemania y está apenas por debajo que toda la UE junta (27 países).
En el mismo período Turquía gastó 25.900 millones, un 57% en petróleo. En cuarto lugar aparece India, con 24.100 millones y un 86% destinado también al crudo.
El mismo día que se lanzó la operación militar, India importó combustibles rusos por 3 millones de dólares. Un año después, compra a diario por 81 millones. Pero tanto el aumento en Oriente como en África, cuyas naciones duplicaron las importaciones de combustibles rusos, no compensa lo que Europa ha dejado de comprarle a diario: el 22 de febrero de 2022 fueron 774 millones de dólares y el mismo día pero de 2023, 119 millones.
El foco en Alemania
Aun así, el pasado viernes 10, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski levantó la voz: “muchos países, algunos de los cuales incluso forman parte de la UE o son miembros de la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN)”, por un lado apoyan nuestra soberanía y, por otro, evitan las sanciones para ganar decenas de miles de millones de dólares y en comparación con el período anterior a la guerra mantienen un mayor intercambio comercial con Rusia.
El informe de la agencia finlandesa dio cuenta de que el 65% de las exportaciones totales de combustible ruso por vía marítima, fue transportado en embarcaciones que son propiedad o están aseguradas por Reino Unido o países de la UE.
Zelenski hizo pública su denuncia con la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin a su lado. Fue en una conferencia de prensa en la que además anunciaron algunos acuerdos como, por ejemplo, trabajar para que los activos rusos congelados fuera de ese país sean utilizados en la recuperación de Ucrania.
El estado finlandés es el mayor accionista de la empresa Fortum que entre 2018 y diciembre de 2022 estuvo al frente de Uniper con hasta el 70% del paquete de acciones. Uniper es una empresa con sede en Alemania dedicada a la generación eléctrica (sea a partir de energía nuclear, gas o carbón), principal comprador extranjero de la rusa Gazprom, inversor en el gasoducto Nord Stream 2 y titular de su subsidiaria Unipro en Rusia.
A principios de marzo de 2022, los ministros alemanes de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock (Los Verdes), y de Finanzas, Christian Lindner (del Partido Democrático Liberal, FDP), se pronunciaron contra la prohibición de importar gas, petróleo y carbón de Rusia como parte de las sanciones por la invasión a Ucrania.
En abril de 2022, Uniper se plegó a convertir en rublos sus importaciones de gas, utilizando una cuenta en la sede suiza del Gazprombank, flexibilizando así las propias sanciones impuestas por la UE a Rusia. Hasta septiembre de ese año, ya computaba una pérdida de 39.300 millones de dólares y su valor de mercado cayó 93% de su valor: de 14.900 millones de dólares en enero a 1.080 millones al fin del tercer trimestre.
En agosto de ese año, Gazprom redujo al 20% el volumen de gas bombeado por el gasoducto Nord Stream 1, que llega directamente a Alemania y abastece a Europa. El gobierno de Olaf Sholz decidió subsidiar a las importadoras para que no caigan en la insolvencia, aumentando la tarifa que pagan los consumidores. Los ministros de Economía de la UE se emplazaron en una estrategia colectiva comprometiéndose a reducir en cada país un 15% del consumo de gas. “Ni Putin, ni nadie lograrán dividirnos”, dijo entonces el vice-canciller y ministro de Economía y Protección del Clima de Alemania, Robert Habeck, proveniente del partido Los Verdes. Su par finlandesa, Annika Saarikko, dio crédito y dijo por qué: “Eso es lo que está en juego. Nuestras cadenas de producción no son independientes, las dificultades con productos químicos en Alemania podrían paralizar toda la industria europea”.
Con todo, en la asamblea de accionistas de Uniper realizada en aquel 22 de diciembre pasado, la mayoría votó en favor de ampliar el capital de la empresa incorporando el salvataje de 34.500 millones de euros de parte del Estado alemán que así pasó a ser su controlante con el 99% de las acciones.
Alemania es el primer comprador europeo de los hidrocarburos rusos y segundo en la lista general. El CREA computa que importó por 26.100 millones de dólares en el año de guerra, repartido casi en mitades entre crudo y gas natural y redujo la cuota de carbón. En 2020 importó 32 millones de toneladas, más de la mitad desde Rusia. Pasa que, a pesar del alto desarrollo tecnológico alemán, el mayor porcentaje de electricidad (34%) se produce en usinas de carbón, seguida por la energía eólica (25%), según datos de 2021 de la Agencia Internacional de Energía (IEA).
Orientando las políticas
El CREA estudia en detalle el comercio exterior ruso de combustibles y concluye en que hay que bajar más el precio tope exigido unilateralmente por el G7 y la UE para el petróleo ruso: de los actuales 60 dólares por barril a por lo menos 15 dólares por barril, un número más cercano a los bajos costos de producción en Rusia. De todas maneras, el gobierno ruso decidió no venderle a nadie que use cualquiera de esos topes. Su presidente, Vladimir Putin dijo que se trata de “un atavismo colonial”.
Así, en lo que va de 2023, China es el principal comprador de fósiles rusos, por encima ya de la UE en conjunto: 10.300 millones de euros Vss 9.200 millones. India y Turquía siguen en su lugar, pero Alemania desapareció de los 20 principales. Igual que Polonia, decidió prohibir la importación de petróleo a través del oleoducto que desde 1970 lo conecta con Rusia, por donde fluían alrededor de 1.000 millones de toneladas de crudo.
Lo que antes llegaba por ductos, ahora lo hace por buques cisternas para lo cual Alemania debió abrirse a la importación de GNL (líquido), una compra que figura en cero en las estadísticas del Eurostat (el INDEC europeo) entre 1990 y 2021. Y para ello, nuevas inversiones en grandes obras de infraestructura en terminales portuarias: como en Lubmin, en la costa alemana del Mar Báltico y como en Wilhelmshaven, en la costa del Mar del Norte.
Con cambios de este tipo, las energéticas norteamericanas recuperaron posiciones en el mercado europeo, que en 2021 consumió un total de 412.000 millones de metros cúbicos de gas, de los cuales importó el 83%. El 31% de lo importado llegó desde EEUU y el 17% desde Rusia, según el Centro Bruegel. Un año después, los americanos subieron al 46% y los rusos bajaron al 14,6%.
Mucho énfasis para pequeños cambios hacia el este y toda una guerra para que el lejano oeste avance sigiloso: 22.000 millones de metros cúbicos de gas llegaron a puertos europeos desde pozos norteamericanos. En 2022, ese volumen fue más del doble: 50.000 millones de metros cúbicos.