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a Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) revisó esta semana el pronóstico de crecimiento promedio de la economía mundial para este año dejándolo en 2,7%, producto de una pausa en la suba de precios -aunque no bajan- y a la reactivación china, para quien proyecta un PBI 5,4% por encima del de 2022, 6% para la India y una suba de 1,6% para EEUU. Por el contrario, la afectada Zona del Euro apenás crecerá 0,9%, con una Alemania estancada en cero. A Brasil le asigna 1,7% hacia arriba y 1,6% hacia abajo para Argentina.
Con todo, resulta que «el repunte sigue siendo frágil y los riesgos se inclinan a la baja», dice el infome de OCDE. Su economista jefe, la británica Clare Lombardelli, aseguró que queda un largo camino «antes de lograr un crecimiento fuerte».
La persistencia de la alta inflación, dice, obliga a que los bancos centrales «mantengan políticas monetarias restrictivas hasta que haya signos claros» de mejoría. Pero para la población mundial, estas medidas no son justamente mejores sino más bien «frías»: restringen y encarecen el crédito y el consumo.
El economista James Pomeroy, del HSBC, coincide con que «el período que atravesamos se caracteriza por un crecimiento lento» pero aclara que «eso es lo que querían los responsables de la política económica para disipar las presiones inflacionistas». Y agrega que «aún no se han visto los efectos de las subidas de los tipos de interés» que podrían aplomar aún más el crecimiento.
Las altas tasas golpean también a los estados, encareciendo tanto el acceso a nuevo financiamiento como sus deudas.
«Casi todos los países tienen déficits y deudas más elevados», señala el informe de la OCDE, por los gastos frente a la pandemia primero y para paliar la escalada de los precios de alimentos y energía, después. Y sobre esta condición, agrega ahora un gasto público creciente debido al envejecimiento de la población y el aumento en las políticas previsionales, la inversión en la transición energética y el encarecimiento de los servicios de deuda motivado por el aumento del precio del dinero, fundamentalmente el dólar apreciado por la subas de tasas de interes de la FED.
Aun así, su secretario general, Mathias Cormann, aconseja «desmantelar el apoyo fiscal amplio» de los gobiernos «mediante una mejor focalización del gasto». Y nombra: priorizar las reformas estructurales para impulsar la productividad y la inversión, la promoción de la competencia y las transformaciones verdes y digitales de las economías, y el aumento de la participación de la fuerza laboral femenina.