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o es que como pueblo estamos unidos y no podemos vencer. Si no porque estamos vencidos no podemos unirnos para lograr nuestros objetivos. Aunque defenderse es un piso que nos permite caminar, no pasa de una reacción a las iniciativas de las fracciones dominantes.
No tuvo muchos pruritos el gobernador Gerardo Morales para cambiar la constitución, reprimir a su antojo y licitar tierras para que avance la minería trasnacionalizada. Sí como pueblo trabajador titubeamos para hacer paro porque perjudicaría al gobierno, que si bien no es tan popular, los que vienen podrían ser peor. Ni hablar de las grandes cúpulas obreras que en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) pintan un panorama desolador de la clase trabajadora, pero en esta geografía no toman ninguna medida de fuerza.
El nivel de salarios por el piso, la inflación por las nubes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) asfixiando el gasto social era -es- el perfecto escenario para una huelga general que condicione al gobierno en un programa mínimo.
Si bien mostramos que hay disposición a la calle, sigue siendo una reacción a las iniciativas de quiénes sí tienen programa.
Como en el juego, no es poco defenderse. Pero tiene que ser para construir una ofensiva que proponga un horizonte. Si no, el empate sigue dejándonos afuera del torneo.