L
os movimientos o amagues de los candidatos de cara a las alianzas electorales de este año generaron sorpresa, debido a los corrimientos de unos u otros candidatos a tal o cual fuerza. Desde el movimiento obrero se reclama para que ningún candidato “se corra”. Este planteo pretende ciertos alineamientos que no corresponden al presente. Ni siquiera por la voluntad individual de cada candidato o su grado “orgánico”.
Hace rato, la mercantilización de la política partidaria puso a las encuestas por encima de la democracia popular. Hasta internas se resuelven con la iniciativa de los encuestólogos.
Los candidatos, claro está, no responden a los trabajadores organizados como antaño, o a sus organizaciones libres del pueblo. Su pertenencia y apuesta está destinada más a grupos de consumidores que a militantes. Para esta política, valen más los clientes que los afiliados, los ciudadanos que los trabajadores organizados.
Sería un absurdo pensar que a esa no correspondencia, pertenece algún grado de traición. Tiene que ver con el poco poder de fuego que como pueblo trabajador tenemos para condicionar las políticas de gobierno. No es que pasamos inadvertidos, sino que pasamos inadvertidos porque no tenemos poder.
Resolverlo es organizarnos para revertir esta serie, que hace varios campeonatos venimos perdiendo.