E
n el medio de la campaña electoral los anuncios del acuerdo con el FMI mostraron una vez más a los actores económicos que, al manifestarse, develaron sus posiciones. Siempre en función de sus intereses y con objetivos comunes: bajar el costo laboral (salarios que pierden contra la inflación), dólares baratos (para la fuga o el atesoramiento) y quita de impuestos (presión fiscal).
Las medidas que apoyan unos (exportadores de maní, vino, entre otros) y critican otros (AEA, UIA, Bolsa de Comercio) no tienen que ver con nuestro interés, que es resolver la situación de empobrecimiento de las grandes mayorías. Todos quieren ampliar la escala de sus negocios.
Las medidas son una transferencia de ingresos desde los consumidores, el pueblo trabajador, hacia los productores y principalmente hacia las grandes exportadoras. Esta tendencia ya se ve reflejada en la ejecución presupuestaria: un 18,3% aumentó el monto de pago de intereses de deuda y las transferencias para la asignación universal por hijo se redujeron un 12,8% interanual, entre otros ajustes.
Nosotros debemos organizarnos para profundizar un programa desde nuestro interés común: vivir con salarios dignos, vivienda, educación, salud, etc.