T
res decisiones realizadas “a la luz del día” produjeron una pérdida del poder adquisitivo de los salarios: devaluación, suba de tasas y emisión para el pago de bonos a los bancos por un lado. Suba de precios de todos los productos de la canasta básica por el otro. Y tercero la modificación, a favor del “mercado”, de la ley de alquileres.
Nueve horas después de conocidos los resultados electorales, se decidieron las medidas para bancos, fondos de inversión, exportadoras, tenedores de bonos, inversionistas y todos los sectores que, en el marco de la disputa inter-capitalista, acuerdan con la baja del “costo” salarial.
Para remediar la devaluación hasta anoche no hubo anuncios concretos para el bolsillo magro de la mayoría de la sociedad, es decir, asalariados. Y los que se barajan suenan migajas de las sobras.
Al mismo tiempo se remarca, agitan el miedo y la incertidumbre que inmoviliza a propios y extraños, como si los “derechos conquistados” no se hubieran conseguido con “sangre, sudor y lágrimas”.
Sin programa de lucha propio seguimos siendo los ciudadanos votantes. Las fracciones dominantes condicionan las políticas de gobierno. Es hora que desde las medidas de fuerza del movimiento popular, lo hagamos nosotros.