La cantidad de puestos de trabajo registrados en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) es el más alto en la historia: 13,3 millones de personas y lleva además 36 meses consecutivos creciendo. En gran parte explica una tan baja Tasa de Desocupación de 6,2% en el segundo trimestre de 2023 pero no alcanza para dar cuenta de que el 40,1% de la población (18,4 millones de personas) vive en condiciones de pobreza . Es decir, en grupos familiares cuyos ingresos no llegan al costo de la Canasta Básica Total.
Al contrario, la baja desocupación combinada con una Tasa de Actividad del 47,6%, grafica mucho mejor la situación: los ingresos ocupacionales son tan magros que casi la mitad de la población está en actividad (ocupada, ocupada pero buscando ocupar más horas, ocupada en más de un empleo, con un trabajo fijo y una actividad por cuenta propia durante el resto, o haciendo changas y buscando una ocupación fija), para mantener a la otra mitad. Así, segmentos poblacionales que bien podrían dedicarse a la actividad acorde a su edad, como jóvenes estudiantes o jubilados, también necesitan ingresos y participan del llamado mercado laboral.
Cabe necesariamente ponderar también los datos del SIPA con lo que releva la encuesta del INDEC. La población efectivamente ocupada es de 13,1 millones de personas, dos tercios (74,2%) lo hace como empleado en relación de dependencia. Pero al 36,8% de ellos, no le hacen los aportes de seguridad social. O sea, trabajan en negro. No caben dentro de las mejoras que destaca el Ministerio.
Presión y movilidad
De hecho, el resultado económico de trabajar es tan precario que casi el 30% de quienes tienen una ocupación generan «presión sobre el mercado laboral», dicho por el INDEC. Es así porque la suma de desocupados, subocupados, ocupa-dos demandantes y ocupados no demandantes pero disponibles, es del 27,9%. El ingreso no es suficiente para vivir. Y frente a ello, necesitan vender más horas de su tiempo en el mercado.
Cuanto peor, mejor
Las agencias colocadoras de empleo, lo dicen de otro modo: el mercado laboral está muy activo, muy demandante. Una encuesta de 750 casos realizada por la consultora Randstad revela la inclinación de los trabajadores al cambio de actividad y de su empleador. «Una tendencia iniciada en la salida de la pandemia -dice su informe- impulsada por los factores económicos derivados de la creciente inflación y pérdida de poder adquisitivo del salario».
Para el 51% que quiere otro trabajo, ésta es la principal motivación. En segundo lugar, un 20% prioriza la realización personal y profesional.
«La inercia inflacionaria -explicaba a principios de mes un informe del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE)- hace que los precios respondan muy rápido a cualquier variación de otros». Fundamentalmente: «el dólar». El salto devaluatorio del 22% que coronó las PASO del 13 de agosto pasado empujó la variación anual del Indice de Precios al Consumidor al 138% en septiembre.
Andrea Ávila, CEO de Randstad, concluye: «la búsqueda de mejores condiciones presionan sobre la movilidad laboral, alentada por un mercado laboral demandante». También vaticina que «aún con condiciones macroeconómicas adversas» el empleo seguirá creciendo.
Seguirá creciendo, claro, porque como lo muestran los registros oficiales ya lo viene haciendo. Pero en qué condiciones o de qué tipo de empleo se trata.
Exportaciones en dólar y hacé lo que puedas en pesos
Si se desagregan los datos del SIPA aparece esa tendencia. Entre julio de 2022 y julio de 2023, el empleo asalariado creció 2,8% y 9,3% el empleo independiente, sea como autónomo, monotributista o monotributista social. Va de suyo que el peso relativo de cada modalidad ocupacional en la fuerza laboral nacional es bien diferente: 10,2 millones de asalariados registrados y 3 millones de independientes.
La novedad es otra. En el último año, el sector privado registró 206.200 nuevos empleados. Pero bajo la modalidad de trabajadores independientes se registraron 256.600 personas. Y más: el registro de monotributista social creció 20,2%, 10 veces más que el de empleados asalariados (2,8%).
El informe del Ministerio de Trabajo destaca, sin embargo, que el sector privado sigue siendo el que mayor mano de obra ocupa. Esa no es una buena noticia sino, simplemente, la estructura sobre la que vivimos. De los 13,3 millones de personas ocupadas registradas, 6,3 millones son asalariados de empresas privadas: 19% en la industria manufacturera, 19% en comercio y reparaciones y 14% en el sector de actividades inmobiliarias y servicios profesionales.
Pasan dos cosas con ese crecimiento. Por un lado, no se apega a esa base. Los mayores aumentos de empleados registrados se dieron en Hoteles y Restaurantes (10,4%), Explotación de minas y canteras (8,1%), Pesca (7,9%), Construcción (7,8%) y Comercio (5,6%). Con 2,9%, los nuevos empleos en la industria estuvieron por debajo de la media general. De hecho, el informe subraya que el sector Comercio y el de Actividades Inmobiliarias… nunca registraron tantos empleados como hasta ahora.
Si se territorializa ese crecimiento del empleo registrado, tampoco es casual que la mayor incorporación ocurriera en Catamarca y en Neuquén, cada una con un 14%. En las provincias que concentran por lejos la fuerza laboral nacional (Buenos Aires, Ciudad de Autónoma de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe), sumaron entre 2 y 3,5% de nuevos asalariados.
Pasa que, aún con pandemia de por medio, el PBI nacional creció en general: 5,3% entre 2019 y 2023. El Informe de Panorama Productivo publicado en junio por el Centro de Estudios para la Producción, del Ministerio de Economía, muestra que el mayor aporte a ese promedio vino del sector Petróleo y Minería cuya actividad económica creció 21,2% en ese período. El volumen de petróleo producido de enero a abril de este año es el mayor desde 2009. El de gas también, pero respecto a 2019. Y las exportaciones mineras son las más altas de los últimos 10 años.
Por otro lado, los actuales 6,3 millones de asalariados registrados en el sector privado también son un récord. Pero vale también la comparación: respecto a diciembre de 2017, creció apenas 1,9%. Entonces, la pobreza amarraba al 28,6% de la población (7,83 millones de personas) y la inflación anual acumulaba 25,7%. Según la serie histórica del SIPA, el salario promedio de los asalariados registrados era de 24.609 pesos. Y la Canasta Básica Total para un hogar de 4 integrantes costaba 14.665 pesos.
Según un reciente informe de MATE, el salario bruto real del sector privado de agosto de 2023 promedió 344.057 pesos. A valor constante de hoy, en agosto de 2015 era de 461.065 pesos. La pérdida de poder de compra debido al salto devaluatorio del peso trasladado a precios, es del orden del 25%.
Además, con esa pérdida salarial en el bolsillo de los asalariados (74,1% de los ocupados, recordemos), «las organizaciones sindicales dejaron de percibir 1 billón de pesos, las obras sociales casi 5 billones y el Estado dejó de recaudar más de 17 billones por aportes y contribuciones», detalla.
Aparece un combo social que no puede conjugar ya un PBI nacional superior al de 2017 y una masa salarial bruta de casi la mitad que entonces. Así, una mayor cantidad de personas salen a ponerse en actividad (ocupadas o buscando ser empleadas) porque los ingresos que obtienen son inferiores en relación al costo básico de vida y con menor cobertura de derechos laborales pues crece el monotributismo. La competencia del lado del trabajo, el mercado laboral con mayor actividad dirían las consultoras, baja el precio de su única mercancía: la fuerza de trabajo.