La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) proyecta un 2024 con bajo crecimiento económico (1,9% del PBI) para toda la región, menor creación de empleo y con más informalidad (que fue del 48% promedio en 2023). Además, baja inversión y gobiernos nacionales con márgenes de maniobra limitados para sus políticas fiscales y monetarias.
El estado de la economía mundial se impone para todos: en promedio, PBI crecerá más lento (2,9%) y el comercio internacional también, dice en su balance publicado a mediados del mes. Pero bajo un mismo escenario, la situación de cada quién es diferente. “El bajo crecimiento que se espera en ALyC no es solo un problema coyuntural”, aclara. La coyuntura, en todo caso, agrava las limitaciones ya estructurales y profundiza la tendencia que se observa en la gráfica: tras cada crisis mundial, el PBI regional crece cada vez menos.
En 2020, este organismo señalaba que las debilidades de la estructura productiva de América Latina acumuladas en los últimos 40 años ya “limitaban seriamente las posibilidades de desarrollo económico”. Y anticipaba que la crisis conduciría entonces a “la reprimarización de las economías de la región”.
En el balance 2023 señala que a nivel mundial la inflación ha disminuido pero no tanto como lo esperaban los gobiernos de las principales economías que siguen, entonces, sosteniendo altas las tasas de interés de referencia. Esa es la medida de manual que se aplica en todo lados con el objetivo de bajar los precios: desmotivar la actividad y enfriar así su economía. Pero a la vez impacta fronteras afuera: demandan menos productos e insumos del resto del mundo y “mantienen elevados los costos del financiamiento para las economías emergentes -incluyendo ALyC-”.
Los problemas en y entre las economías centrales, dejan en evidencia las debilidades regionales: bajo nivel de inversión pública y privada, magra productividad (20% en relación a la de EEUU), predominancia de las economías informales e insuficiente desarrollo de capital humano. Una bola que se autoalimenta porque elevar la productividad requiere más inversión (gasto en capital) y menos costos salariales.
Las necesidades de inversión, incluso pública, son inmensas y superan las capacidades actuales para satisfacerlas, explica el informe. Y con los elevados costos financieros globales actuales, debido a las políticas restrictivas de las economías desarrolladas, será aún peor.
Y justamente por esa competencia monetaria entre las potencias, se agravan las tensiones geopolíticas que, a su vez, redundan en agravar la situación a enfrentar: “posibles aumentos de los precios de los productos básicos, intensificación de la fragmentación del comercio internacional, dificultades en las cadenas de suministro mundial y consecuencias en términos de inflación”, señala.
¿Qué propone? En general, subraya la fórmula que ya es obvia: “es fundamental sentar las bases de un marco de sostenibilidad de las finanzas públicas”. Y para lograrlo apunta que se “requerirá el aumento tanto del nivel de recaudación tributaria como de su progresividad y capacidad de reducir las desigualdades de ingreso y riqueza”.
Pero el escenario mundial, que expone la vulnerabilidad de los sistemas financieros de la región frente a los centrales, oficia de pinza sobre los gobiernos a quienes les indica entonces que primero adopten políticas “para preservar la estabilidad macrofinanciera y sostener la actividad económica”.
La traducción de aquellos objetivos generales a políticas particulares, lo revela. El secretario ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinach, dice que es necesario “escalar las políticas de desarrollo productivo con una mirada en sectores estratégicos dinamizadores» y “adecuar el marco de financiamiento para potenciar la movilización de recursos”.
La partitura es la misma que los demás organismos multilaterales como FMI y BM, pusieron delante de las distintas orquestas que gobernaron el país desde 2014 en adelante. En sintonía cantaron todas que es necesario (es decir, inevitable) facilitar llegada las inversiones (recursos) para ampliar en eslabones exportadores (eslabones dinámicos). En criollo se dice agilizar la entrada y la salida de capitales.
Pero la CEPAL lo plantea como desafío porque la crisis es tal que se pueden materializar los mencionados choques externos y movimientos repentinos de capital y pide prudencia macroeconómica “para cumplir con los mandatos de estabilidad de los precios y del sistema financiero”. Y agrega, “tratando de aminorar (sic) los efectos en las condiciones de vida de los hogares y en las capacidades productivas de las empresas”.