De uno y otro lado de la frontera coreana están ejercitando las fuerzas. El jueves pasado, la del Norte estrenó un nuevo tipo de tanque en una competencia que ganó la División Acorazada 105, recordada por su ingreso triunfal en Seúl durante la guerra de 1950-1953. Dos días después, el presidente Kim Jong-un supervisó también una maniobra de paracaidistas y llamó al personal militar a armarse “firmemente con fuerte voluntad contra el enemigo y una visión profunda de combate para cambiar la historia si estalla una guerra”.
Del otro lado, pero en el agua, el Ejército surcoreano realizaba maniobras de despliegue de fuerzas de gran escala, con vehículos anfibios de asalto KAAV, propios, el buque de desembarco LST-II de la Armada norteamericana y helicópteros del Ejército de ese país. Fue en los alrededores de las islas de Baengnyeong y Yeonpyeong, al filo de la línea de frontera oeste frente a las costas norcoreanas, bajo la hipótesis de que su contrincante adoptaría una posición militar marítima más agresiva.
Aunque los ejercicios conjuntos -incluso con la participación de Japón- son parte de la rutina de los últimos años, este tipo de maniobra es la primera que se ejecuta desde 2018, año en que cayó el acuerdo intercoreano de descomprimir las tensiones en zonas fronterizas.
A principios de este mismo mes de marzo habían realizado ya el ejercicio anual “Escudo de la Libertad”, de 11 días de duración y uso de municiones reales.
El Ministerio de Defensa surcoreano anticipó entonces que a lo largo del año realizará 48 maniobras conjuntas con EEUU: el doble que 2023. Además de movimientos de campo, realizarán intercepción de misiles y simularán ataques aéreos.
En ambos países hay elecciones este año. Corea del Sur recambia el Congreso en abril y en noviembre EEUU elige presidente.
Corea del Norte ya lleva realizadas seis pruebas de misiles desde que empezó el año. Y desde 2022, computa alrededor de 100.