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a CGT anunció un paro para dentro un mes. Es la medida que esperaba el conjunto de organizaciones sindicales y sociales, aunque quizás más cercana en el tiempo. La recesión ya golpea los bolsillos, como los despidos y suspensiones y la caída en ciertos sectores de la industria, como el metalúrgico.
Más acá del paro, la central obrera también aceptó discutir una “reforma laboral moderna” y un programa de consensos multisectoriales. Así, da lugar a las reformas que se proponen desde distintos organismos y el propio empresariado, de lograr flexibilizar normativas del derecho laboral.
Lo que queda claro es que el consenso ganó la agenda. No sólo de los partidos, sino también de las propias centrales obreras. Diálogo, parlamento y políticas públicas a los fines de un pacto social para avanzar.
Pero hay algo que no se puede soslayar. Mientras los acreedores de deuda sigan orientando el gasto del Estado, se administrarán migajas. Habrá diálogo, pero la frazada seguirá corta. Por eso, lo mejor para darle sustento al paro general, es ratificar las luchas por la urgente necesidad de recomposición salarial para la vida de los que habitamos este suelo. Porque lo que no está en la billetera de los trabajadores, se va a las cuentas de los principales actores financieros del mundo.