N
o es una muletilla obrera ni un slogan pasado de moda. La calle viene siendo la única opción para un pueblo que, hasta ahora, no tuvo una sola medida de gobierno en su favor. La marcha en defensa de la universidad pública, impulsada por estudiantes y trabajadores universitarios, abrió una bisagra contra las políticas de gobierno que impulsa Javier Milei, ejecuta Luis Caputo y celebran algunos fondos de inversión como BlackRock.
Pero la bisagra tiene que ver no sólo con lo masivo de la movilización, sino con el actor que salió a la calle. El movimiento estudiantil, con una tradición de lucha histórica en el país, vertebra una posibilidad de unidad que puede torcer esta situación. Como en otros momentos, la unidad obrero-estudiantil puede constituir una situación que revierta el escenario desfavorable de la fuerzas por parte del pueblo trabajador.
Claro está que el gobierno le bajará el precio a la movilización. Y que los actores partidarios querrán sacar su parte de este movimiento masivo de calles. Como también, quienes insistan en el vehículo ciudadano y parlamentario para salir adelante.
Pero lo más importante, para sacar en limpio, es que la única forma que queda para ser escuchado es la calle. Y la única manera para contrarrestar la ofensiva del capital financiero es la unidad obrero-estudiantil.