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ecir ‘No al Pacto’ del próximo 25 de mayo, al que el gobernador cordobés Martín Llaryora ya dijo que sí, es oponer resistencia a la propuesta de Javier Milei. Así, el dilema propuesta oficial y rechazo opositor no hace más que ratificar la propuesta de gobierno y poner al movimiento en resistencia.
Decir ‘No hay Pacto’, es organizar la lucha para predisponer la pelea, condicionar y hacer que esa firma de cómplices no se haga. Es más dificultoso, pero pone el movimiento en una clara ofensiva, con un norte claro: nada se puede firmar en un país donde más de la mitad de los argentinos es pobre.
Algunos dirán que no hay condiciones. De tanto decirlo se nos volvió costumbre.
Porque en un supuesto gobierno afín, como el que precedió a Milei, no sólo no hicimos una huelga general, sino que no pusimos la vara más alta para estos tiempos de vientos tan en contra.
Podemos imitar la iniciativa de sectores del complejo agroexportador que dicen que no liquidarán porque el tipo de cambio no les conviene. O las empresas energéticas que no aceptan un bono en dólares ofrecido por el gobierno para pagar deuda.
Si es por perder, ya tenemos varios goles en contra.
Tomemos la iniciativa, organicemos la lucha y parémonos en campo rival.
En Córdoba No Hay Pacto.