Hay algo que ya no se puede soslayar. La economía y la política van de la mano. El desarrollo internacional del capitalismo constituye una geopolítica en el planeta. La apertura de las importaciones, la emisión de deuda y el ingreso al mercado financiero global, junto al impulso del gobierno nacional de una reforma laboral determina un territorio social: el global, cuya imposición no es una abstracción sino más bien una concreción palpable.
Tan palpable que hasta se puede tocar como el avión británico que aterrizó en Comodoro Rivadavia -por primera vez después de la guerra de Malvinas-, o los barcos y aviones norteamericanos que, desde el primer día, ocupan cielo y mar argentino, con el objetivo ¿pretexto? de buscar el submarino argentino.
Hace más de un mes, el Senado argentino aprobaba -y Diputados rechazaba-, el operativo Cormorán: de ejercicios conjuntos en la Patagonia entre Estados Unidos y Argentina.
El pueblo lationoamericano debe poder estar a la altura de su historia. Es fundamental pedir el retiro de todas las fuerzas extranjeras de ocupación colonial del territorio suramericano. Debe retomarse la defensa de nuestro territorio desde la Unasur, Parlasur y todas las organizaciones Latinoamericnas libres del pueblo ante esta situación de gravedad, pero que no deja de ser de ocupación.
La colaboración internacional no puede ser la excusa para que otra vez las potencias coloniales asienten su poderío militar en nuestro mar argentino y territorio nacional-latinoamericano. Si nadie reacciona a esta situación, debe ser el pueblo el que reclame la soberanía de nuestro territorio, siempre en disputa, otra vez ocupado.