El abandono del dólar por parte de los Bancos Centrales del mundo es una tendencia. Pero es “muy gradual su reemplazo por otras monedas y más elocuente el aumento de sus reservas directamente en oro físico”, dice el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reciente informe de junio.
Al cierre de 2023 el dólar sigue explicando el 58,4% de las reservas oficiales de divisas de los países que declaran su Composición Monetaria (COFER: son 149 economías y representan el 93% de las reservas mundiales). En 2016, el billete verde ocupaba el 65,5%. Esa baja no es reemplazada directamente por el yuan de la emergente China ni por monedas fuertes como la libra británica, el euro o el yen japonés -que se mantienen en proporciones históricas- sino por otras, “de economías más pequeñas, abiertas y bien gestionadas -dice el Fondo-, facilitada por las nuevas tecnologías de comercio digital”.
Son el dólar australiano, el dólar canadiense, el dólar singapurense y las monedas nórdicas que, junto al yuan, explican hoy el 10% de las reservas. En los 2000, no llegaban ni a la mitad.
El FMI también apunta que las sanciones unilaterales de EEUU a otros países y hasta el congelamiento de los activos que el Banco Central de Rusia tiene en el exterior, “no apuntan a una aceleración en la disminución de la proporción de reservas en dólares”. Pero si le asigna ese papel a los lingotes de oro, cuya tenencia actual “se acerca al nivel más alto desde la segunda guerra mundial”.
“Si las reservas de los bancos centrales de un miembro del G20 confiadas a las cuentas de otro banco central del G20 no son sacrosantas, nada en el mundo financiero lo es”, dijo el economista Adam Tooze. Eso es que “estamos en guerra”, concluyó.
Los bancos centrales en conjunto sumaron 1.000 toneladas de oro en reservas entre 2022 y 2023: más que el promedio anual de la década anterior. Y aquí sí los emergentes juegan un papel central, con China a la cabeza.
El Consejo Mundial del Oro ha informado que los bancos centrales quieren más. “Los motivos son variados -dijo- pero tienen un punto en común entre los principales compradores: la baja de la cantidad de dólares en sus reservas”. El banco central chino computó en marzo pasado 2.262 toneladas de oro. Desde enero de 2023 a la fecha lleva comprado 249 toneladas: el equivalente a 51.000 millones de dólares, explica el Consejo.
En tiempos de turbulencias, el oro es un depósito de valor a largo plazo. Y su mayor demanda indica que se está transitando ese camino. Los antecedentes históricos muestran que en las peores crisis, las entonces economías centrales liberaron su moneda del ancla del oro (la libra en 1931, el dólar en 1973) y se dedicaron a imprimir billetes para inflar los mercados. El patrón o valor que sustentaba los papelitos pasaron a ser los bonos del Tesoro. Es decir, su propia deuda que escaló a un nivel y a un ritmo casi vertical con la crisis de 2007-2008 y la pandemia del covid 19. En los 2000 era de 5,66 billones y finalizó 2023 en 34 billones de dólares. Entre 2020 y 2021, la Reserva Federal de EEUU puso en circulación más billetes que en toda su historia junta.
¿Qué pasa entonces cuando el respaldo del precio de todas las cosas no tiene valor? Esa burbuja explota. Entonces más vale tomar nuevamente otra materia como patrón y reserva de valor.
Pero resulta que el oro también se vende a precio dólar. Y la mayor demanda lo sube. Australia y Rusia tienen las mayores yacimientos minerales, pero China es el mayor productor mundial.
En abril pasado, JP Morgan anticipaba que desde 2022, el oro entraba en una etapa de fortaleza. Goldman Sachs, previó que a fin de año su precio llegaría a 2.700 dólares la onza. Desde enero, lleva una subiendo 13%. El propio Bank of América mejoró ahora el pronóstico: 3.000 dólares la onza en diciembre.