E
s común atribuir los problemas cotidianos del enorme deterioro de los ingresos de los argentinos a la mala administración de un gobierno determinado.
Nada más lejos que esconder así la intención de quienes son los impulsores de la política. Y nada más cerca que desviar los intereses y poner el tan mencionado Estado en las manos de la neutralidad técnica.
Basta ver el informe de CIFRA que muestra cómo la rentabilidad de empresas que cotizan en bolsa aumentaron en el primer semestre, más allá de la recesión. O en todo caso, procesos de fusión como la del Mercado Abierto Electrónico (MAE) y Matba-Rofex. O también Galicia quedándose con HSBC y convirtiéndose en el banco privado más grande. Si de ejemplos se trata, la propia FATE aprovecha para despedir trabajadores. O la privatización de IMPSA en manos de una energética norteamericana.
Ejemplos que aunque parezcan distintos, tienen una misma esencia. No es la crisis una eventualidad del sistema, sino algo orgánico que permite a las fracciones empresarias tomar decisiones, dar saltos de escalas o reconvertirse. Mientras los asalariados siguen muy de abajo mirando como el salario ni siquiera cubre lo elemental para vivir. Hay que tomar nota y convertir la lucha en una oportunidad política de la crisis que siempre desde arriba la tiran hacia abajo.