F
ue en el período de guerras del siglo pasado cuando Fabricaciones Militares (FM) se convirtió en una empresa pública emblema de la industria de la defensa nacional. Se concretaron varios desarrollos y hasta se empezó con la exploración del litio, hasta que fracciones de capital dieron el golpe de gracia, impusieron su plan y así las potencias alinearon sus patitos. De esa soberanía popular pasamos al patio trasero.
Los años pasan, los vaivenes de los ciclos históricos transitan entre las crestas y las olas, y seguimos ahora entre la espada y la pared.
O nos echan o aceptamos fabricar balas para la OTAN, dicen los trabajadores de FM. La misma OTAN que tiene usurpada las Islas Malvinas. La misma que planta misiles en una Europa cada vez más empobrecida.
Esta es la guerra que nos pone como pueblo en esta situación determinada.
Y es en esta coyuntura que se vuelve necesario que las luchas irradien un camino para poder sortear esta situación. Si de esperar se trata, seguiremos sólo en la reacción de la iniciativa: de los bandos que propugnan la guerra, de los bandos que impulsan las medidas parlamentarias, o de los bandos que acrecientan su deuda con el Estado.
La crisis no es solo económica, sino fundamentalmente la de no tener la iniciativa de pelear.
La opción es clara: «Echame,y las balas las va a fabricar magoyin» Vamos compañeros d FM,no s achiquen!!!