E
l equilibrio fiscal impulsado por el gobierno de Javier Milei fue concretamente un ajuste para el conjunto de la sociedad trabajadora. Muchos de ellos tuvieron o tienen que quemar sus pocos ahorros en moneda extranjera para sortear las dificultades del costo de la propia vida.
Una vez ajustado ese cinturón, el esquema del gobierno fue claro. Cambió de cajones la deuda del Banco Central al Tesoro e implementó un sistema de bonos en dólares. Dolarizó los pasivos y aumentó abruptamente la deuda.
Ahora, el Gobierno implementó distintos instrumentos en pesos, que implican ganancias en moneda nacional para convertirlos en dólares. Concretamente es la bicicleta financiera, el esquema que vuelve otra vez a ser una palanca para valorizar.
Detrás de la política hay sectores concretos. Los bonistas y un grueso de empresarios que operan en las bolsas son los grandes ganadores de ese ciclo. Achicaron costo laboral, convirtieron pesos en dólares y aumentaron su patrimonio.
Es por eso que un sector de la cadena agroexportadora pone el grito en el cielo cuando desde el Gobierno piden que liquiden los granos. Pretenden y esperan un tipo de cambio distinto que les dé mayor rentabilidad a su esquema exportador.
Esa es la pelea que dirimen las fracciones empresarias. Mientras, el bolsillo asalariado sigue quedando lejos de cubrir, nada más y nada menos, que lo necesario para vivir.