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ara los agricultores, el ‘Liberation Day’ –como apodó Trump a la primera etapa de negociación con aranceles para todos los países– es la excusa perfecta que ahora tienen los gobiernos de la Unión Europea para avanzar sobre la liberación de las importaciones alimentarias y dejar al sector abandonado a su propia suerte.
Tanto Via Campesina, que nuclea a varias organizaciones nacionales, como la coordinadora CETA Stop UE-Mercosur (integradas por productores agrarios, ganaderos, lácteos, agroecológicos) coinciden en las denuncias: falta de líneas de financiamiento para fortalecer el mercado interno, los altos impuestos para sostener la producción y ahora, en caso de aprobarse el Tratado de Libre Comercio UE-Mercosur (TLC), la pérdida de competitividad frente a los productos importados.
“Basta de discursos ideológicos y falsas soluciones”, planteó la CETA Stop UE-Mercosur: “Utilizan estos anuncios [los aranceles norteamericanos] como pretexto para pedir la rápida ratificación del acuerdo más controvertido de la historia europea”, afirman. “No respondemos a una situación inédita de cuestionamiento de las reglas del comercio internacional en los últimos 30 años con la implementación de un acuerdo que, según todos los estudios, plantea graves peligros para muchos sectores agrícolas en Europa, sectores industriales en los países del Mercosur, y para el clima y los ecosistemas”, fue la denuncia del escrito publicado a comienzo del mes de abril.
Mañana jueves (17/04) la ÖBV – Vía Campesina Austria convoca a una movilización contra la aprobación del acuerdo, en el “Día de la resistencia de los pequeños productores”. Entre los reclamos, apuntan contra “las empresas agrícolas, químicas y automotrices” que eligen el lucro por sobre la soberanía alimentaria. Agregan que con este acuerdo se “ponen en peligro las explotaciones agrícolas”, la “selva tropical y clima destruidos” y se “socavan las normas sociales y ambientales”.

Via Campesina, en diciembre del año pasado, a días de conocerse el nuevo borrador del TLC, también habían dejada asentada su posición: “A pesar del estatus especial de la alimentación como derecho humano, lxs campesinxs y la agricultura están siendo utilizados como moneda de cambio dentro de los acuerdos multisectoriales de libre comercio, sacrificados en beneficio de otros intereses y actores”. En este caso, también dejaban expuesta la situación de precariedad laboral de los jóvenes campesinos, como también la falta de acceso a las tierras para producir: “Necesitamos acceso a largo plazo a la tierra y los territorios rurales, necesitamos más granjas agroecológicas y más pequeñas en las que los jóvenes puedan ganarse la vida dignamente y tener condiciones de trabajo justas. Incluir la agricultura en los TLC multisectoriales ignora todo esto y significa que los jóvenes siguen pagando el precio mientras las multinacionales se enriquecen”.
Desde la Confederación Nacional de Agricultura de Portugal (integrante de Via Campesina) lanzaron hoy un comunicado reforzando la posición soberana frente a la guerra comercial en curso y denunciando la larga serie de políticas que han llevado al sector a esta situación: “la vulnerabilidad del mercado europeo a los aranceles estadounidenses es el resultado de las políticas neoliberales de las últimas décadas que han promovido un modelo productivo orientado a la industrialización y al comercio internacional”, explicaron. El planteo del documento es que “ninguna estrategia de seguridad o defensa puede ser sostenible sin garantizar la soberanía alimentaria”.
Cambios de posturas
Desde finales del año pasado, cuando fue anunciado un nuevo acuerdo entre los bloques, han ido cambiando las posiciones que se mostraban más reacias a la firma del tratado comercial.
El vocero de la Comisión Europea (UE), Olof Gill, declaró a principios de semana que la intención de la UE es presentar las bases del TLC antes que “termine el verano boreal”.
Aunque en términos formales sigue siendo Francia la que encabeza la oposición, también esta semana el Gobernador del Banco de Francia, François Villeroy de Galhau, en una misiva al presidente Emanuel Macron, planteó a “los acuerdos comerciales existentes y futuros entre la UE y otras economías como Japón, Canadá o Mercosur“ como un horizonte positivo para sortear la política arancelaria en curso.
Por el contrario, la ministra de Agricultura, Soberanía Alimentaria y Silvicultura, Annie Genevard, mantuvo su postura de rechazar el acuerdo tal como está, y aseguró que no representa ningún ‘remedio’ frente a los aranceles de los Estados Unidos.

Austria e Irlanda siguen encabezando la línea dura que se opone a la aprobación del TLC. España, Italia, Alemania más la conducción de la Unión Europea, impulsan la efectivización del acuerdo comercial; así como Brasil es el mayor impulsor por parte de los países integrantes del Mercosur.