Y
a está. Basta. Es hora de despejar dimes y diretes, zonceras y especulaciones, ajenas y propias también. No porque nuestras ideas sean más lúcidas ahora, sino porque es la realidad en la que vivimos la que se ha puesto así, tan extremadamente pobre. Es decir, no son elucubraciones principistas. Sencillamente, es lo que estamos viviendo. No hacen falta, además, más estadísticas para convencer el razonamiento.
1) El Gobierno achicó el gasto público. No. Lo que minimizó es el gasto básico en el público (salud, educación, jubilaciones, discapacidad, servicios domiciliarios, transporte…) y maximizó el gasto de los recursos recaudados hacia un minúsculo puñadito de empresas que participan del mercado de capitales: comercio de títulos de deuda, acciones y otros activos financieros. De bienes de consumo masivo accesibles para todos, pasó a dólar accesible para esos pocos. Así, dicen ellos, atraen inversiones. Es decir, bajan el precio de los activos nacionales (ya sean recursos como el gas, petróleo, litio, cobre, o sean empresas locales instaladas que quedan a precio de remate o que abandonan la actividad porque no les es rentable). Abaratar el dólar es abaratar todo para que sean esos otros “inversores” globales los que tomen posición en este mercado. Además, el gasto del Estado se concentra en el pago de intereses a los acreedores, que son los Fondos Comunes de Inversión tenedores de los bonos de deuda emitidos y al FMI.
2) El Banco Central dejó de prestarle dinero al Tesoro del Estado nacional para que gaste en políticas públicas (las que sean): Sí. Y más aún: es ahora el Tesoro el que recauda y pasa a usar los recursos recaudados directamente en el Mercado de Cambio para mantener el dólar a raya. Antes, esa tarea la cumplía solo el Banco Central utilizando sus reservas.
3) No vamos a imprimir billetes, no habrá emisión monetaria. No. El Gobierno se comprometió a no imprimir pesos para financiar el gasto del Tesoro. Es decir, el gasto en el público. Sin embargo, imprimió como ningún otro, ya que la base monetaria se amplió 500%. ¿El destino de esos billetes? Sostener la emisión y el canje continuo de títulos de deuda con los que ese puñadito de corporaciones hacen la famosa ‘bicicleta’.
4) Estamos acomodando “la macro”. Sencillamente: no. Lo que están haciendo es acomodar las condiciones del país a “su micro”. Es decir, a la exclusiva y selecta actividad económica a la que se dedican esas corporaciones globales.
Las diferentes políticas sectoriales de este gobierno conforman un solo combo articulado: nos están deshidratando la vida cotidiana para ponernos de rodillas. Quieren reservar todo el agua disponible en oasis donde sólo beban los mercaderes financieros. Y quieren que esa apropiación sea irreversible en el futuro.
Por tanto, este Gobierno completo es el que se tiene que caer: lo tenemos que hacer caer. Antes que unos blinden sus tenencias de títulos y bonos de deuda con un nuevo mega-canje que les asegure su futuro y que, a colación, los otros impongan una devaluación que les reponga en lo inmediato los platos que esta crisis les va a romper.