El sábado pasado, llegaron al Área Material Río Cuarto (AMRC) 6 aviones de combate F-16 procedentes de Dinamarca. En total, y en un plazo de 3 años, Argentina adquirió 24 aviones por un monto de alrededor de 300 millones de dólares.
Hubo acto de presentación en AMRC, con la presencia de la cúpula de la Fuerza Aérea, el presidente Javier Milei, el ministro de Defensa saliente, Luis Petri y el embajador de los Estados Unidos (EEUU), Peter Lamelas.

“Se trata de la adquisición aeronáutica militar más importante de los últimos 40 años. El F-16 es mucho más que un avión de combate. Es el símbolo de una decisión estratégica: recuperar la capacidad disuasoria que nunca debimos perder”, señaló Luis Petri, en febrero de este año cuando presentó la incorporación de los aviones en un acto.
También el ministerio de Defensa aclaró en esa oportunidad que el Sistema de Armas Supersónico F-16 proyecta a la Argentina hacia una nueva era en materia de defensa y posiciona al país dentro de los estándares de la Organización del Tratado Atlántico del Norte (OTAN), sumándose a una red de más de 20 naciones que operan este caza de élite.
Fabricados en Estados Unidos, los 24 aviones de combate F-16 Fighting Falcon, fueron desarrollados por la compañía norteamericana General Dynamics (GD) en los años 1970 para la Fuerza Aérea de EEUU. En 1993, Lockheed Martin (LM) compró la división de aviones de combate de GD y en 2024 anunciaron un acuerdo entre ambas empresas para construir motores de cohetes.
Pero estos aviones no son la única compra de Argentina a EEUU. Como se señaló en esta nota, el ministro de Defensa firmó un memorándum en agosto de este año que contempla la adquisición de 207 vehículos blindados de transporte Striker.
Estos vehículos, fabricados en Canadá por la GD, son parte del acuerdo integral entre EEUU y Argentina que “contempla nuevas líneas de cooperación en ciberdefensa, protección de fronteras, interoperabilidad militar y equipamiento estratégico”.
GD está considerada como la quinta mayor compañía de defensa del mundo, de acuerdo con el listado que cada año publica el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés). En 2018, la empresa obtuvo cerca de 20.000 millones de dólares directamente de su negocio militar, lo que equivale al 61 por ciento de toda su facturación de ese año.
Doctrina de fondo
La compra de los aviones F-16 a Dinamarca con la aprobación de EEUU, implica un alineamiento de Argentina con el país norteamericano.
Alineamiento que no es nuevo. En 2018, durante la presidencia de Mauricio Macri, se produjeron dos hechos que cambiaron las políticas de defensa nacional.
Por un lado, con el decreto 683/2018, Macri dio lugar a que las Fuerzas Armadas puedan actuar ante agresiones externas en casos de que los actores no sean estatales, como situaciones de terrorismo o narcotráfico. Así, se borró la línea divisoria entre Seguridad y Defensa.
Y por otro, el Ejecutivo aprobó el decreto 703/2018, que impulsó una nueva Directiva de Política de Defensa Nacional (DPDN). En concreto, Argentina adoptó como enemigos a los mismos que EEUU, cuando en diciembre de 2017 había aprobado su estrategia de defensa con la firma de Donald Trump.
“La preeminencia del poder militar de los ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA encuentra de manera creciente un contrapeso en el aumento de las capacidades militares de la REPÚBLICA POPULAR CHINA y la FEDERACIÓN DE RUSIA”, dice textual el Anexo I de las DPDN impulsada por el ex presidente Macri.
Además, las nuevas directivas pusieron al “terrorismo internacional” como “uno de los principales problemas de la agenda del siglo XXI. Este fenómeno adquiere mayor complejidad al confluir con otros delitos y fenómenos criminales complejos, tales como el narcotráfico, el lavado de dinero, la trata de personas y los delitos que se cometen con asistencia de las nuevas tecnologías de la información”.

Y también, más allá de destacar que América del Sur es zona de paz, las DPDN indicaron que Venezuela atraviesa una crisis donde su gobierno “persiste en sus esfuerzos por consolidar un régimen autoritario que viola de manera sistemática las libertades fundamentales y los derechos políticos de sus ciudadanos”.
Vaya paradoja, lo escrito allá por el año 2018, hoy es una realidad. El gobierno norteamericano de Donald Trump tiene asediado y amenazado al país bolivariano con una flota militar en sus costas. Y el motivo es el narcotráfico.
Pero hay más. Esta semana Donald Trump publicó su Nueva Estrategia de Seguridad Nacional. Con fecha de noviembre, el gobierno norteamericano planteó «preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental» para «proteger nuestra patria» y el acceso “a geografías clave”, para «controlar la migración, detener los flujos de drogas y fortalecer la estabilidad y la seguridad en tierra y mar».
En una nueva Doctrina Monroe, EEUU se asienta en la región: “Negaremos a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales, en nuestro hemisferio”.
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Su guerra
Antes de que el gobierno de Mauricio Macri aprobara la nueva directiva de defensa (DPDN), EEUU realizó varias acciones para alinear Argentina a sus políticas de defensa durante la presidencia del demócrata Barack Obama.
Como se puede ver en la “Línea del Tiempo”, en 2016 el ministerio de Defensa realizó un convenio con la Guardia Nacional del Estado de Georgia (EEUU) para cooperación ante emergencias y catástrofes.
También en 2016, el gobierno argentino advirtió que Gran Bretaña había realizado ejercicios militares como lanzamiento de misiles desde las Islas Malvinas. Otro indicador que los ensayos militares eran bastante cercanos.
Y en 2017, el Ejecutivo impulsó un proyecto de Ley, aprobado por el Senado y finalmente rechazado en Diputados, para hacer ejercicios militares conjuntos con EEUU en las bases de Trelew (Chubut) y Bahía Blanca (Buenos Aires).
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El ejercicio Cormorán implicaba el uso de dos aviones norteamericanos P-3 C Orion.
Si bien este ejercicio no se hizo, la armada de EEUU realizó junto a la chilena un operativo de rescate en aguas del Pacífico. Fue el operativo de simulacro de rescate submarino “Chilemar VII”, el primero de ese tipo que se desarrollaba en Sudamérica
En noviembre de ese año desapareció el submarino argentino Ara San Juan con 44 soldados, que fue encontrado un año después.
En diciembre de 2017, ya como presidente Donald Trump, impulsó un documento de defensa donde China y Rusia pasan a ser los enemigos, al igual que el narcotráfico, el terrorismo y “dictadores” regionales.
Con la sucesión de hechos en la última década se puede ver algo claro: tanto los demócratas como los republicanos en EEUU, trabajaron con los distintos funcionarios argentinos (también de variedades partidarias) para imponer un pie en la región y alejar a China.
Funcionarios norteamericanos visitaron la sede la CONAE en Córdoba, hoy desmantelada por las políticas de Javier Milei. Lo mismo hicieron en Fabricaciones Militares en Río Tercero, empresarios de CSG que trabaja para abastecer a la OTAN.

Ese es el escenario de guerra que perdura hasta la actualidad. En agosto de 2019, China anunció sanciones a la firma Lockheed Martin (LM) por suministrar aviones de combate a Taiwán. También a la corporación estadounidense General Dynamics (GD) que fabrica los tanques Abrams y a la compañía Raytheon Missiles Systems que produce los misiles antiaéreos Stinger.
Dentro del propio EEUU hay una guerra silenciosa. Como se señaló en esta nota, en el país del norte “se enfrentan la oligarquía financiera globalista y las fuerzas nacionales que buscan recuperar la independencia del país”.
Y esa situación opera en la defensa nacional argentina. En marzo de 2023, el embajador norteamericano Marc Stanley durante la presidencia de Joe Biden, se reunió con el ministro de Defensa argentino Jorge Taina para ofrecer los caza F 16 y los vehículos anfibios Striker.
En ese momento Argentina iniciaba negociaciones con China para comprar el avión JF-17 chino y el “Guaraní 6×6” fabricado por IVECO Defence en las plantas automotrices de Minas Gerais (Brasil).
Detrás del armamento, está el alineamiento a la doctrina de seguridad nacional. Y mientras el gobierno de Javier Milei compra tecnología proveniente de EEUU, sus políticas producen un desmantelamiento inédito en el sistema científico, tecnológico y de defensa que llegó a poner al país, hace medio siglo, entre una de las 5 principales potencias en el mundo.




