Una fue el 29, la otra el 30 y ambas fueron masivas. La primera fue convocada y encabezada en la calle por el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio José Báez. Durante la manifestación en la puerta de la catedral, el cardenal dio un mes de plazo al gobierno para evaluar si cumplen los acuerdos de la mesa de negociación. Y pidó además adelantar las elecciones para satisfacer la sed de cambio. En una entrevista, Báez manifestó que «Nicaragua merece una patria mejor y lo vamos a conseguir».
La otra marcha concentró a los sectores sociales y económicos que apoyan el proceso del sandinismo. Artistas, escritores y trabajadores de la cultura de ese país enviaron una carta a Ortega en la que respalda «el diálogo y la búsqueda de paz». «Nos sentimos confiados y optimistas que a través de su gestión lograremos nuevamente reafirmar la RECONCILIACIÓN de nuestro pueblo».
La Asociación de Veteranos de Guerra se dirigieron a los jóvenes pidiendo que «no dejarse utilizar por estos ultraderechistas que se venden por unos dólares más a cambio de la sangre derramada»
El 16 de abril el gobierno aprobó una reforma al sistema reforma previsonal y de ahí surgieron protestas violentas y saqueos que causaron decenas de muertes. El gobierno los calificó como crímenes de odio por parte de grupos de extrema derecha.
Los gobiernos de Cuba, Venezuela, el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, el Partido Comunista Peruano, denunciaron que se trata de intentos de desestabilización del gobierno.