Recientemente el INDEC ha publicado su Informe Técnico Vol. 2, nº 72, titulado “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra. Estimación provisoria del cuarto trimestre de 2017”, en el que informa sobre la evolución de lo que los economistas denominamos la distribución funcional del ingreso. Esto es identificar cuánto de lo producido se lleva el trabajo y cuánto el capital.
Recordando la quimera peronista del fifty- fifty, o sea la aspiración del reparto mitad y mitad entre trabajadores y capitalistas, el nuevo trabajo del INDEC nos anuncia que en la gestión del presidente Macri no sólo se ha logrado asignar más de la mitad del valor de lo producido a los trabajadores sino que, además, ha crecido pasando del 50,6% en 2016 al 50,8% en 2017.
En tanto, para los mismos años, la retribución al capital, considerando solo el excedente de explotación bruto, ha caído del 41,5% al 40,0%, mientras si se le adicionan los ingresos mixtos brutos la caída es desde el 52,9% al 51,3%1.
Si la evolución tendencial de este período sorprende, aún más lo hacen los valores de la información ofrecida por el INDEC en atención a la producida por un organismo dependiente la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la CEPAL2.
Los datos de la CEPAL, que tienen como valores destacados los de 1954: 50%; 1974: 51%; 1977: 25%; 2003: 34% y 2007: 43%, aportan algunos interrogantes: ¿será que se habrá aplicado una metodología de cálculo diferente de manera que haga imposible la comparación? y, en ese caso ¿cual sería el sentido de interrumpir una serie que permitiría esa comparación?; o bien ¿será que el nuevo modelo de gestión económica ha conseguido que los trabajadores hayan ganado tanta participación en la apropiación de la riqueza creada?
Según datos del informe citado, los trabajadores se apropiaron en 2017 de algo más de 4,5 billones de pesos, mientras el capital toma el resto, o sea 4,6 billones de pesos. Si consideramos que el patrón de distribución estimado por la CEPAL para el año 2007 se hubiera mantenido, el trabajo hubiera obtenido alrededor de 698 mil millones de pesos menos, los que hubieran ido a incrementar las rentas del capital.
Resulta extraño pensar que las políticas del gobierno de la alianza PRO-Radical-Cívicos hubieran resultado en una transferencia tan significativa de ingresos hacia el trabajo contemplando, desde su propio informe, tendencias en el mercado de trabajo que, en nuestro pasado reciente y en la historia del capitalismo, han sido de desempoderamiento de los trabajadores en su disputa por la apropiación de la renta. Allí se observa que la cantidad de trabajadores ha crecido en el período 2016/2017 1,5%, pero el trabajo asalariado lo hizo un 1% (0,9% el registrado y 1,3% el no registrado), mientras el crecimiento del trabajo no asalariado registró un 3,1%. En esta línea, como muestra un trabajo de la Universidad Nacional de San Martín3, de los principales convenios negociados entre 2015 y 2017, sólo tres han logrado un “salario promedio anual de convenio” con crecimiento positivo: los de maestranza, comidas rápidas y bancos.
Si se incorpora al análisis la consideración de los sectores en los que más ha crecido el valor agregado bruto y se relaciona con la participación del trabajo en su apropiación tenemos algunos elementos de interés.
La información es bastante elocuente de la relación entre la proporción del trabajo registrado en el sector y la capacidad de disputa por la renta. Por una parte, tenemos algunos de ellos donde la participación del trabajo en la apropiación del valor agregado en significativamente pequeña, como en la producción agropecuaria, y otros, donde el trabajo se apropia de una proporción significativa, como la intermediación financiera. La disputa por la renta en este sector está en la actualidad informativa y las acciones del gobierno no son exactamente favorables a los trabajadores.
Una lectura más afinada del informe del INDEC permite poner un poco de luz en la correlación de las políticas y los resultados distributivos. Cuando se excluye al Sector Público, la remuneración del trabajo asalariado alcanzó en el 4° trimestre de 2017 una participación del 41,2%, mientras el excedente de explotación bruto el 46,6% y, si le sumamos los ingresos brutos mixtos obtienen el 60,4% del valor agregado bruto total de la economía.
Sin embargo, esta producción estadística, como otras analizadas en otros medios4, realizan un pobre aporte a la recuperación de la credibilidad de las estadísticas públicas y, ya sabemos, las privadas suelen tener el sesgo de quien las financie. En este contexto, las universidades públicas, que han interpelado a la gestión anterior del INDEC, vienen produciendo interesantes y rigurosos análisis empíricos. En tal sentido, sería no sólo deseable sino imprescindible, que el Estado no sólo garantice la independencia de los trabajadores de esos espacios, sino también el financiamiento de sus tareas. Las experiencias recientes en diversos organismos descentralizados vinculados a la generación de conocimiento y fiscalización de la actividad económica -como el INTI, el INTA, el CONICET- debieran poner a la sociedad en alerta, de lo contrario a esa sociedad hasta le podrán hacer creer que las políticas del gobierno de la alianza PRO-Radical-Cívicos se inspiran en la letra de una famosa canción partidaria.
1- La suma de ambos conceptos excede el 100%, como resultado de un aporte negativo de los “Impuestos netos de subsidios a la actividad” del -3,5% en 2016 y -2,1% en 2017.
2- ww.cepal.org/es/publicaciones/39302-distribucion-funcional-ingreso-la-argentina-1950-2007
3-Boletín de Coyuntura Sociolaboral – Año 3: #7 – Abril 2018 -CETyD – UNSAM
4- www.pagina12.com.ar/108158-el-arte-de-dibujar.