El miércoles, el Instituto Municipal de Planificación Urbana (IMPURC) aprobó la división del terreno que presentó la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, donde actualmente funciona el Colegio Santa Eufrasia. La noticia fue bien recibida por vecinos e integrantes de La Huella, aunque «resta por definir la preservación integral del resto del Edificio” y la creación de un espacio verde ya que «en 700 metros no tenemos ni una placita», remarcan los vecinos.
El trámite pasó a Catastro donde se harán la donación y escrituración. Luego irá al Concejo Deliberante que declarará -o no- patrimonio histórico el resto del edificio. Finalmente, volverá a IMPURC que definirá la altura que se podrá edificar, retiros de línea municipal, etc.
Subdivisión
El Código de Planeamiento Urbano indica que, según sea la superficie a subdividir, hay un porcentaje que debe donarse para tierra pública municipal. En este caso, la superficie de donación debía ser del 16 por ciento. «En la primera partición de la tierra que nos trajo el privado no incluía parte de la capilla, le pedimos que la incluyan, al igual que a tres patios», indicó Antonio Corteggiano, Subsecretario de Planificación de la Municipalidad.
Corteggiano: «En la primera partición de la tierra que nos trajo el privado no incluía parte de la capilla, le pedimos que la incluyan».
«En el lugar hay un área de preservación fundamental para la ciudad -la Iglesia y el centro de detención- que tiene que ver no tanto con lo arquitectónico pero sí con la memoria», expresó el funcionario.
«Más allá de la pertenencia partidaria e ideológica de los integrantes del IMPURC, logramos que en esta fortaleza de uso exclusivamente privado, el 16 por ciento quede bajo el dominio público», expresó Gonzalo Lozada, representante técnico por el bloque Cambiemos en IMPURC.
Patrimonializar
Están quienes pretenden la «preservación integral» y aquellos para los que conservar «el núcleo» arquitectónico e histórico, alcanza.
El futuro del edificio que no quede bajo dominio público es aún una incógnita. Están quienes pretenden la «preservación integral» y aquellos para los que conservar «el núcleo» arquitectónico e histórico, alcanza. Ese «pedazo de patrimonio que queda afuera de la donación podría ser vendido y demolerse si no se lo declara patrimonio. Creemos que hay una justificación histórica para visibilizar las diferencias de clase que hacían las monjas. Hay un sótano que usaban para guardar comida y de castigo para las pupilas que quedaría afuera», expresó Joaquín Albornoz de la organización La Huella. Para Lozada, «un claustro más o un claustro menos no tiene valor arquitectónico. Lo importante es sellar, recuperar y revalorizar la unidad núcleo donde coinciden el patrimonio histórico con el patrimonio arquitectónico. El resto, es una operación urbanística para poner en valor la manzana y desarrollarla en el concepto de ciudad compacta, de mayor densidad en el centro». En consonancia con Albornoz y discutiendo la noción del representante de Cambiemos, Emilia Battaglino, representante por Respeto en IMPURC, dijo que «los urbanistas consideran que partir un edificio a la mitad alcanza para revalorizar un hecho histórico o la memoria mientras el resto sea intervenido urbanísticamente. Hace muchos años debería haberse conformado el Consejo Asesor de Patrimonio y aunque esté en conformación, allí se viene expresando la necesidad de adosar otro sector del edificio que no está comprendido en ese 16 por ciento, pero que tiene el mismo valor histórico, de patrimonio integral, que el resto. El valor arquitectónico lo vemos los arquitectos: hay otros ojos con qué mirar«.
Mientras todo esto se discute, Javier Doffo, integrante de La Huella, advirtió que «el primer enemigo del edificio hoy es el tiempo. Mientras más se demore la conformación y dictamen del Consejo Social Honorario, el edificio más se deteriora. La cárcel tiene 115 años de antigüedad. Las paredes que tienen pinturas decorativas originales son imposibles de mantener si no se interviene».
Espacio verde
«Si los organismos municipales defienden la ciudad, deberían poner cláusulas para que conserven y dejen un pulmón verde, porque a los inversores no les importa nada»
«A mí y a otros vecinos nos interesa la conservación del pulmón verde. Siempre he vivido frente a esos paredones, desde mi nacimiento, pero no me quiero morir viéndolos» dijo Raquel Haye, vecina de la zona. «Si los organismos municipales defienden la ciudad, deberían poner cláusulas para que conserven y dejen un pulmón verde, porque a los inversores no les importa nada», ratificó la vecina. Alejandra Pitt, Directora de Planeamiento Municipal, coincidió: «lo primero que vimos en el IMPURC es que se no hay verde en todo el sector». En el mismo sentido, Lozada asevera que ese «16 por ciento tiene que convivir en un espacio mayor. Detrás de ese patrimonio podría haber una plaza que pondría en valor la construcción». Allí comienza la negociación privada: «habrá que decirle al inversor que esta parcela extra que pone a disposición pública, lo transformaremos en altura que podrá desarrollar en los demás terrenos«. Ese no es un punto menor para la vecina: «queremos que cuando hagan la construcción haya medidas de seguridad para los vecinos y nuestras casas que con los movimientos pueden deteriorarse», advirtió Haye.
Daniel Decca, representante de Unión Por Córdoba en IMPURC, opina que «tendremos que negociar con el privado que tiene la parte que nos interesa y condicionarlo» ya que «ni la Municipalidad, ni la Provincia tienen dinero ni intención de expropiar el inmueble para hacer una plaza y luego mantenerla. Sí de preservar lo más posible desde los indicadores urbanísticos».
Pitt concluye que «el desafío de esta manzana para el IMPURC es contentar a todas las partes: el vecino que quiere verde, la gente que quiere que se resguarde el patrimonio y los inversionistas».