El 26 de julio recordamos el fallecimiento de María Eva Duarte de Perón. Hija ilegítima de Juan Duarte y de Juana Ibarguren, nació en Los Toldos, provincia de Buenos Aires en 1919. A los 15 años se mudó a la capital argentina, con la ilusión de ser actriz. Sola, sin recursos ni educación, se enfrenta con un mundo hostil cuyas reglas ignora. Pero igualmente comienza a ser reconocida y hasta encabeza un programa de radio. En esas circunstancias, en 1944 conoció al coronel Juan Domingo Perón, con quien inició una relación íntima, al mes ya vivían juntos y dos años más tarde se casaron.
En 1946, tras una campaña electoral en la que la presencia de Evita fue crucial, Perón fue electo presidente de la Argentina. La oposición le trasladó a ella la antipatía y el rechazo que sentían por Perón. El ascenso vertiginoso de esa mujer de orígenes humildes, y de tan sólo 27 años fue para muchos argentinos un motivo más de repudio.
En su rol de primera dama, Eva Perón desarrolló un intenso trabajo en lo político y en lo social. Políticamente, luchó para obtener el voto femenino, y fundó la rama femenina del peronismo reclutando mujeres de diferentes grupos sociales por todo el país. Socialmente, su trabajo se desarrolló en la Fundación que lleva su nombre, mantenida por donaciones de empresarios y de los propios trabajadores. Creó hospitales, hogares para ancianos y madres solteras, dos policlínicos, escuelas y una ciudad infantil. Durante el año, brindaba asistencia a los necesitados y organizaba torneos infanto-juveniles. Otra fortaleza de Eva, que la hacía muy popular, fue su facilidad y carisma para conectarse con los trabajadores, a quienes llamaba “descamisados”.
Evita falleció el 26 de julio de 1952, por un cáncer de útero, con sólo 33 años y sin dejar hijos. El dolor popular la acompañó en un velatorio que duró más de 15 días.
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