Fueron días agitados en la ciudad de las diagonales. Podríamos decir que todo comenzó el martes 21 de agosto cuando los trabajadores del ARS (Astillero Río Santiago) decidieron movilizar a la gobernación, enclavada en el centro de la ciudad platense, luego de que el gobierno provincial suspendiera sin dar explicaciones una reunión paritaria.
Valdría la pena agregar que la marcha, que movilizó a casi 3000 trabajadores que salieron al amanecer desde los portones del Astillero en Ensenada se gestó también entre las oficinas del gobierno de la Provincia, así en como las del FMI, junto con la decisión de vaciar, privatizar y destruir la fuente de trabajo de más de 3 mil familias.
También se colaría en nuestros oídos, como les pasó a los familiares de tripulantes de buques pesqueros ya hundidos por la desidia, la voz del presidente. La sentiríamos justificando la compra de barcos a empresas extranjeras por un precio mayor al de su producción nacional, al decir simplemente que “al Astillero Río Santiago habría que dinamitarlo”.
No hubo sin embargo más dinamita que las explosiones callejeras de aquella tarde. Que se cruzaron con las miradas de los transeúntes de calle 7, algunas indiferentes otras impactadas, viniendo desde una primera parada que cortó la autopista Buenos Aires- La Plata. Deteniéndose luego en el rectorado de la UNLP frente al velatorio de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo Chicha Mariani, donde exploto el aplauso con que los trabajadores rindieron homenaje a su lucha incansable, referencia para toda la región.
Llegando finalmente a la Plaza San Martin, corazón de la ciudad. Corazón en el que se lleva al Astillero, como cantan sus trabajadores al defenderlo.
El ARS se convirtió en un símbolo de la dignidad obrera por su decisión de lucha a lo largo de la historia. Ya en el 92’, en plena reforma del Estado menemista, los Albatros de Prefectura lo ocupaban, y ya entonces lo abandonaban ante la sentencia de los trabajadores de que esa no iba a ser una empresa privatizada más. “Si es necesario, vamos a dejar el cuero en los portones” diría el histórico dirigente José Cárdenas. Dejar el cuero en los portones, en la Bolsa de Valores, La Sociedad Rural, el Ministerio de Economía, como se lo dejó enfrentando la dictadura militar del 76.
Dejar el cuero, en plaza San Martín en 2018. Se caldeaba la concentración, con la plaza rodeada por la policía, y se dio un atropello. Lo buscaron efectivamente. Un patrullero que atropella a un compañero, que busca llevarse puesta la voluntad de lucha por defender no sólo los puestos de trabajo, sino la misma Soberanía Nacional.
Como se entonaba esa tarde: “vamo Astillero…que te lo pide todo el pueblo entero”.
Se desato la represión, las explosiones de los gases lacrimógenos, los golpes y las balas de goma escupidas con saña por cientos de efectivos del cuerpo de infantería de la policía bonaerense, mientras sus motos irrumpían en la plaza, buscando en vano apagar la efervescencia popular que enciende la lucha del astillero.
El ARS se convirtió en un símbolo de la dignidad obrera por su decisión de lucha a lo largo de la
historia…
“Si es necesario, vamos a dejar el cuero en los portones”, diría el histórico dirigente José Cárdenas.
Lejos de desconcentrarse, los trabajadores se replegaron unas cuadras y lograron, luego de por lo menos dos horas de enfrentamiento, hacer retroceder a las fuerzas policiales. Ante los ojos conmocionados de la ciudad, mantuvieron la posición a una cuadra de la plaza, en la esquina de 7 y 49. A lo largo de la tarde se fueron sumando a la concentración organizaciones de distintos sectores, que asistieron a la conferencia de prensa realizada a las 16 hs en medio de la calle.
La represión dejo el saldo de 5 compañeros presos y mas de 15 heridos, 3 de ellos hospitalizados. Ya entrado el frio de la tarde, se movilizo a la puerta de la fiscalía (7 e/56 y 57) donde se encontraban los detenidos, y se mantuvo la manifestación hasta su liberación cerca de la medianoche.
Otra vez no pudieron apagarla. La mañana del miércoles fue testigo de la confluencia de la comunidad educativa, que se encontró en un abrazo a la UNLP en defensa de la educación pública y contra el ajuste, y la movilización de los trabajadores del ARS y varios gremios de la región, que volvían a salir a la calle en busca de una respuesta de gobernación y en repudio a la represión.
Marchamos en una gran columna nutrida de trabajadores y estudiantes que retomó la presencia en la misma plaza, frente a un despliegue intimidatorio de las fuerzas represivas.
Allí se realizó un acto frente a la gobernación, donde se dejó en claro la determinación de continuar con las medidas de fuerza hasta tener respuesta. Luego del acto fueron recibidos representantes del astillero en gobernación que, ante el rechazo a la propuesta de una reunión inmediata, decidieron acampar en la plaza.
La misma plaza, el mismo sol, la misma lucha. La solidaridad entre todos los trabajadores, con el conjunto del pueblo, es la que se vive en el Astillero y es la que se vuelve más necesaria en estos tiempos. Construir y fortalecer esos lazos se nos presenta como una tarea ineludible en estos días que, así como lo fueron volverán a ser agitados.
Por Pablo Sobrevilla (estudiante de música popular) y Luciana Careri (estudiante de química ambiental). Universidad Nacional de La Plata.