Motivados por la experiencia de Los Espartanos, el equipo formado en el Penal 48 de la provincia de Buenos Aires, las Águilas del Imperio comenzaron el 6 de septiembre del 2017, con un claro objetivo: “la transformación e integración de los internos al momento de salir de la cárcel. La parte más importante y el objetivo de todo este proyecto”, comenta-ron los voluntarios participan-tes de este proyecto social.
Son 45 internos del Servicio Penitenciario de Río Cuarto los que integran el equipo de rugby, acompañados por unos 30 voluntarios, entre ellos el padre Darío Pérez de la parroquia San Roque, ex jugadores de rugby, profesionales y adherentes al proyecto que el pasado 6 de septiembre cumplió 1 año.
“Nuestra tarea no termina cada lunes, martes o viernes cuando participamos como voluntarios en el penal, sino, lo más importante para nosotros es lo que sucede después”, comentaron el padre Darío y Juan Cruz Crettón, uno de los voluntarios y aficionado del rugby. En este sentido, explicaron que el propósito a largo plazo consiste en crear “una red de posibilidades de trabajo para cuando los detenidos estén en libertad. Y para que su integración sea concreta necesitamos hacer un seguimiento de ellos y acompañarlos”, dijo Crettón. Pero además, para que este proyecto funcione “lo principal, es la aceptación de parte de los internos”, comentó Pérez, resultados que les han dado gran satisfacción. “Hace un año que está esta actividad y los avances son paulatinos. Vemos muchos cambios en sus hábitos que nos parecen saludables para poder afrontar su vida dentro y fuera de la cárcel”, sostuvo el Padre. A esto han podido llegar gracias a un trabajo basado en valores: humildad, equipo, disciplina y compromiso. “Escuchando testimonios de internos, se puede observar que pasan grandes y positivas cosas, ya sea replanteándose su vida, su historia, de asumir sus causas, darse cuenta de sus errores y reconocerlos, no como algo que los hunde, sino como un paso de libertad”, afirmó Pérez.
Segundas oportunidades
Pérez comentó que “a partir de estas experiencias, (en la sociedad) de a poco se atraviesan barreras que se tienen de la cárcel, prejuicios y preconceptos que van surgiendo a lo largo de la vida”. En este sentido, aseguró que “hay una etiqueta muy grande para aquellas personas que han estado presas, y es un prejuicio no solamente social, sino que es una cuestión institucionalizada. Aquellas personas que tienen antecedentes no los tienen en cuenta para temas laborales, por ejemplo”, pero que “conociéndolos, se pueden ver personas que han tenido malas experiencias en la vida y que han terminado cumpliendo una pena y que necesitan volver a tener una oportunidad”.
Crettón, junto a otros ex juga-dores de rugby que participan del proyecto tuvieron su primer acercamiento a una cárcel, sostiene que “es muy gratifican-te conocer a una persona en su integridad y te da la pauta de que cualquiera puede pasar por ese momento, y que también necesita la oportunidad de volver a integrarse en la sociedad y tener una vida normal con las mismas oportunidades que cualquiera”.
Entonces, “el proceso de transformación que busca El Águila, es para seguir viviendo más dignamente. Ellos lo entienden así, incluso sus familias reconocen lo bien que les hace este proyecto para sus vidas”, completó el padre Pérez.