El Vaticano y la República Popular de China han alcanzado un acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos en el país asiático con el objetivo de «favorecer un proceso de diálogo institucional, frecuente y avanzado», dice el comunicado emitido por ambas partes. El acuerdo es el resultado de «un largo recorrido de ponderada negociación». Los detalles del acuerdo firmado el sábado pasado entre el subsecretario vaticano para las Relaciones con los Estados, Antoine Camille, y el viceministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Chao, no han sido hecho públicos. En 1951, dos años después de la fundación de la República Popular China, Pekín rompió relaciones con la Santa Sede y desde entonces el gobierno se encargaba del nombramiento de los obispos. Ahora, el papa Francisco ha reconocido a ocho obispos que habían sido nombrados por las autoridades chinas sin el consentimiento del Vaticano. Según anunció la Santa Sede, el pontífice espera que con esta decisión se puedan «superar las heridas del pasado» y se favorezca «la comunión plena con Roma de todos los católicos chinos». Pietro Parolin, secretario de Estato Vaticano señaló que «es un acontecimiento especial para el diálogo entre la Santa Sede y las autoridades civiles de aquel país, y también para la consolidación de la paz, del entendimiento entre los pueblos, en estos momentos de grandes tensiones internacionales». Para Francesco Sisci, profesor de la Universidad del Pueblo de China, se trata de un punto de inflexión: «China admite el papel de una entidad extranjera en el nombramiento de un poder religioso dentro de su territorio».
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