Esta es una de las tantas frases pronunciadas por Ernesto Che Guevara. ¿Cuál es el alcance o qué mensaje intrínseco conlleva la frase?
El campesinado Cubano en Sierra Maestra -espacio donde el Che junto a otros compañeros de la fuerza revolucionaria desarrollaron sus operaciones, en pos de la libertad y la justicia social- esos hombres, razón primera de toda lucha, en su mayoría analfabetos funcionales, no eran cómplices ni –mucho menos- responsables de los atropellos e injusticias cometidas por sus opresores.
El ideal del Che era liberar al hombre en tanto que es sujeto de derechos y obligaciones, los cuales no podrían hacerse efectivos, tener contenidos concretos, si no se formaba a este campesino rural. Guevara quería hacerlos parte constitutiva de sus ideales de libertad social, protagonistas de la revolución, puesto que él no creía en la existencia de libertadores: “son los pueblos quienes se liberan a sí mismos”, decía.
Quizás los ajados cuadernos de campaña del Che, luchaban también con él desde su mochila, por la dignidad de un hombre nuevo, responsable de sus actos, comprometido en la creación de un mundo nuevo, consciente de que existe un mundo de palabras, un cosmos de libros, que brindan un conocimiento que da responsabilidades. Las ideas sólo se combaten con otras ideas y argumentos, aunque el Che le puso también el cuerpo a la lucha armada: no sólo fue el ideólogo de una revolución sino también su Comandante.
No es casualidad que esta leyenda humana que parecía desvanecerse un 9 de octubre de 1967, ocurriera en el espacio de una escuela rural, con la presencia de una maestra hacedora de conocimientos. (Contexto semejante al nuestro, estudiantes adultos, protagonistas de nuestro proceso de formación). En una escuela se inmortalizaba la leyenda que hoy brilla con todo su esplendor, como ideal de libertad y lucha por la transformación social.