El Papa Francisco canonizó al ex monseñor Oscar Romero, arzobispo de El Salvador, quien fue asesinado en 1980. A la ceremonia asistieron unas 70.000 personas, entre ellas unos 7.000 salvadoreños. Estuvieron presentes el presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, el de Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez, y la vicepresidenta de Honduras, Olga Alvarado, entre otros.
Además de Romero, proclamó también santos al papa Pablo VI, y a los religiosos Francisco Spinelli, Vicente Romano, María Catalina Kasper, Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, y al laico Nuncio Sulprizio.
Francisco dijo que San Romero abandonó “la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”. El Papa pidió “que el señor nos ayude a imitar el ejemplo de estos beatos”.
El Grupo de Curas en la Opción por los Pobres de Argentina, aseguró que “celebramos que se escuche la voz de los pobres y la sangre de los mártires. Romero hoy, Angelelli y sus compañeros mañana, son el rostro de una Iglesia silenciada por mucho tiempo, pero que subterráneamente sabe ser subversiva y evangélica como Jesús”.
San Arnulfo Romero fue asesinado cuando oficiaba una misa. Un informe de la Informe de Naciones Unidas, en 1993, responsabilizó a los escuadrones de la muerte dirigidos por el coronel Roberto D’Aubuisson.