Osvaldo Pugliese, nacido en Buenos Aires en el barrio de Villa Crespo un 2 de diciembre de 1905, intentó de muy chico escapar al destino familiar (aunque su padre le había regalado un piano), pero el mismo ya estaba marcado.
Su vida no fue muy simple ni sencilla, pasó por tramos muy duros, sobre todo en la cárcel, épocas oscuras de su prohibición. Pero Don Osvaldo nunca estuvo solo. En aquellas presentaciones de su orquesta sin él, los músicos, sus músicos, ponían un clavel rojo sobre su piano, en señal de la ausencia que nunca fue tal. Gran símbolo ese clavel que nunca se vió marchito.
Su bastón, su sostén y su dignidad fueron la música, siempre la música. Desde fines de la década del 20 hasta 1939 en que crea su propia orquesta, hasta la época de los 40 y los 50 (la gran época oscura) ya que por estar afiliado al partido comunista le costó caro. Y fue aquí en Río Cuarto donde se lo detuvo previo a una actuación.
Tuvo una obra prolífica con grandes obras musicales que son clásicos como “Recuerdo” o “La Yumba” por solo citar alguna.
Como muchos artistas que son considerados “yetas” o “mufas”, por otros celosos artistas o por malos periodistas, ante el gran talento que ellos manifiestan. Muchos quisieron hacer de Pugliese un yeta también, pero, como se suele decir, el tiro les salió por la culata, y Don Osvaldo Pugliese se convirtió en un Santo protector de los músicos.
Tuve la suerte de verlo actuar en nuestro Teatro Municipal en 1992. Increíble e inconfundible el sonido acompasado de su orquesta, desde el piano y con su mirada que parecía perdida, vertían sus manos las obras de su vida.
Me quedo con esa imagen y ese sonido de la mano izquierda y una frase que me dijo en el camarín: “¿Sabés pibe? Yo soy zurdo para dar las cartas, zurdo en el piano y zurdo en el corazón, ¿ta´ claro no?. Y un pensamiento que debe ser nuestra antorcha: “La soberanía nacional se defiende también con la Cultura”.
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Instituto de Artes Folklóricas Vitillo Abalos.