En el marco de la semana de la Memoria, Verdad y Justicia; se realizaron diversas actividades, una de las cuales fue la proyección del documental “Octubre 23”, en el teatro Mascavientos.

Octubre 23 es una película documental que reconstruye la historia de cinco adolescentes desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar, estudiantes del quinto año del Colegio Nacional de Vicente López, donde desarrollaban su militancia. El documental fue realizado por ex estudiantes de la escuela, de forma independiente, y fue estrenado por primera vez en octubre del año pasado.
A través de testimonios de amigos, ex compañeros de curso y familiares, se realiza un recorrido sobre la vida de Eduardo Muñiz, Leonora y Maria Zimmermann, Pablo Fernández Mejide y Leticia Veraldi; su paso por la escuela, su militancia, tanto en la escuela como en barrios y hospitales, enmarcada junto a la militancia de tantos miles más que construían un mundo más justo.
El proceso de reconstrucción de las identidades, tanto individuales como colectivas, es importante en cuanto permite no sólo reivindicar el quiénes fueron, o el qué hicieron; sino que también nos devuelve la posibilidad de discutir el proyecto de mundo que soñaban y por el cual militaban y vivían. Nos permite volver a poner en discusión la importancia de la organización y de las organizaciones del campo popular, el trabajo de las mismas, pero por sobre todo, la visión revolucionaria. La historia nos devuelve muchas veces el relato de lo que pasó, pero poca justicia le hace a la ideas que movieron a toda esa militancia. Por eso, es importante el sentido que se le da a la memoria.
Muchas veces, se cae en la romantización de la militancia revolucionaria juvenil, como una cuestión que es inherente a la juventud, pero que la misma no termina de comprender del todo, y que la realiza por los mismos impulsos de su corta edad. Se tiende a minimizar esa militancia juvenil como algo meramente pasajero, llevando a una doble invisibilización de las personas: por parte del sistema represivo que los detuvo y desapareció, y por parte de quienes reconstruyen su identidad y ponen a la militancia como un pasatiempo y no como la causa por la que estos jóvenes dejaron sus días y su vida. Y al afirmar que los jóvenes militantes estaban, y lo están aún hoy, guiados por convicciones claras, podemos afirmar también, que estas convicciones y estas tareas las van a desarrollar el resto de sus vidas; de eso creemos, se tratan las convicciones.
El desafío hoy, como lo fue ayer, es retomar la historia de estos cinco jóvenes pero no sólo como un ejercicio de la memoria, sino, como ejemplo de que lo que querían cambiar hace 43 años, queremos (y debemos) cambiarlo también hoy, y de que su lucha y la de los 30.000 sigue vigente, y más viva que nunca en cada compañera y compañero organizado que cada día lucha por un mundo libre de opresiones.