El rechazo –prácticamente unánime- del terror como política instaurada durante la última dictadura militar puso esta semana en primera plana de la agenda pública local las reivindicaciones de los organismos de derechos humanos. Reivindicar la democracia fue y es el punto de encuentro de instituciones y organizaciones identificadas con el progresismo, la izquierda e incluso la “centroderecha”: un piso común que puede pretenderse techo de cualquier discusión. Sin embargo, las razones de la patria sublevada del 60 y 70 continúan hasta hoy teniendo en cuenta el diseño y desarrollo de proyectos de futuro. Es allí donde los acuerdos sobre historia contemporánea toman las sendas más diversas: ¿Hacia dónde iba Río Cuarto y la región durante el “Proceso” y los años previos? ¿Qué producía nuestra ciudad y cómo proyectaron los sectores el desarrollo local?
La dependencia
“Walter Tallone Rosso –ex secretario de Hacienda del Comisionado Renato de Marco 1967/1970- apuntaba que la economía de Río Cuarto tenía una doble dependencia: por un lado climática y a su vez de los precios del campo. Si le va bien al campo hay circulante; si no, sufre terriblemente las consecuencias que se ven especialmente en el sector comercial que disminuye sus ventas”, explicó Eduardo Hurtado, profesor en la carrera de Historia de la UNRC. Esta situación, tal cual pasa hoy, se vivía como problemática en aquel entonces. “La cuestión industrial arranca en los 60 con los Polos de Desarrollo que propone el general Osiris Villegas de la Comisión Nacional de Seguridad y Desarrollo –ver «Descentralizar: desarrollo y anticomunismo»-. Una de las estrategias es
generar Parques Industriales en distintas ciudades del interior para frenar la migración hacia los grandes centros urbanos”, describió Hurtado. El profesor dijo que, de hecho, el “Parque Industrial y la UNRC son los dos grandes proyectos de la década de 1960 y ambos tienen que ver con descentralizar los grandes aglomerados urbanos”. Pero advierte que si bien el Parque Industrial se instalará en la ciudad, expresará “un gran problema con la atracción del capital”.
Sucede que “las medidas económicas enfrentadas tanto de los tiempos de dictaduras como democráticos de ese período, mantienen en vilo a los capitales locales. Krieger Vasena –Ministro de Economía del General Onganía entre 1966/1969- tiene un tipo de política abierta al mercado, propensa a disminuir el déficit fiscal, a recortar salarios; con su salida tras el Cordobazo, Danilo Pastore trata de impulsar el consumo. Se va a Onganía y viene Aldo Ferrer con Levingston y ahí también hay un momento de dar impulso al sector industrial y finalmente viene Lanusse que dice que el problema no es económico sino político. Todo esto muestra que no hay política económica que brinde cierta seguridad. Y en eso los capitales locales van a la renta segura: los ligados al campo siguen allí, con alguna veta especulativa financiera; y los comerciantes siguen ligados al comercio”, detalló el investigador. “Aunque el peronismo en un primer momento, con la reapertura democrática en 1973, haya pretendido estimular el consumo interno y el crédito, esas políticas no terminaron de impactar en la región porque este período está muy atravesado por la inestabilidad política y la inflación”, explicó.
Acuerdos, internas, enfrentamientos
“Tanto el Centro Comercial e Industrial de Río Cuarto (CCI) -lo que luego sería el CECIS- cuanto la Sociedad Rural de Río Cuarto (SRRC) manifestaron sus acuerdos, en comunicados y posiciones públicas vertidos durante la década de 1960, con la propuesta del desarrollo de una ciudad industrial”, explicó Hurtado y rememoró que “el anuncio del último Ministro de Economía de la dictadura de Onganía, Danilo Pastore, de la creación de un Parque Industrial en la ciudad hacia 1970, fue acogido con beneplácito”.
En noviembre de 1971 el comisionado Municipal Moisés Pérez compra finalmente las 144 hectáreas que compondrán el Parque e invita a los empresarios locales a invertir en lo que sería la primera empresa del predio: la Pasteurizadora Láctea. La misma sería de carácter mixto, con la mitad de capitales públicos y la otra mitad privados y apuntaría a proveer a la ciudad y región.
Sin embargo la fracción empresarial local no acompañó con inversiones ni con gestiones unívocas tanto al Parque como a sus emprendimientos. Hacia 1972, el CCI se justificaba denunciando el constante aumento, «en todos los rubros del costo de vida: el poder adquisitivo de nuestro signo monetario se deteriora paulatinamente carcomido por una inflación que parece no encontrar barreras; hay iliquidez que frena el despegue industrial y comercial por la vía del mercado interno al estar restringida artificialmente la demanda”.
Si bien la situación económica general, como vemos, no era buena, “parece que había otro tipo de internas entre los empresarios de Río Cuarto con respecto al modelo de desarrollo. Unas semanas antes que el Municipio adquiriera el Parque Industrial y tras no lograr conducir el CCI, un grupo de empresarios conformó la Unión Industrial Río Cuarto como una entidad que representara verdaderamente sus intereses”, consignó Hurtado. “Entre los empresarios que adhirieron a la Unión Industrial de Río Cuarto encontramos expresiones principalmente del rubro metalúrgico: Biset, Bonetto, Solaro, Muo, Gualtieri”, detalló el profesor quien dice que estos empresarios podrían haber estado buscando lobbie a nivel UIA Nacional.
Las internas del desarrollo doméstico, de todas formas, se dejaban de lado cuando de enfrentarse a políticas económicas del gobierno de Isabel Martínez de Perón se trataba: “tanto el CCI como el resto de las entidades empresarias asumen una posición de confrontación entre la primavera del 75 y el otoño del 76. Las cámaras se suman a todos los lockout, las huelgas, a todo, quizá afectados por el proceso inflacionario, pero también por la cuestión política de malestar y “caos” que expresaba el gobierno de Isabel”, remarcó Hurtado.
En 1971, el comisionado Moisés Pérez compra el predio del Parque Industrial; en 1976, el comisionado Paris Francisca vende las acciones públicas de la Pasteurizadora Láctea.
El profesor comentó que “todavía en ese período de Isabel no se notaba tan fuertemente la crisis y la recesión, a pesar del profundo impacto que tuvo el Rodrigazo –ver aparte-, pero luego del Golpe de Estado, el capital local siente el impacto ya que se nota mucho más abruptamente aún el giro hacia la actividad financiera y la retracción del mercado interno”. “El CCI local hace algunas protestas durante esos primeros meses pero luego esas voces se callan. En actas de la propia entidad prácticamente nadie se anima a hablar, o muchos probablemente hayan reconvertido sus negocios vinculándolos a la actividad financiera, es todo muy formal” reseñó Hurtado y remarcó que inclusive Martínez de Hoz “da una charla en el CCI hacia 1980 que fue un éxito, con una gran concurrencia de empresarios que colmaron las instalaciones”, demostrando que el modelo financiero, a algunos al menos, también les servía.