En horas de la madrugada del martes 30 de abril, un grupo de militares se dirigieron al distribuidor Altamira, en la autopista Francisco Fajardo de Caracas, junto al diputado Juan Guaidó y Leopoldo López desde donde agitaron a sus partidarios tomar las calles para iniciar un nuevo intento de golpe de Estado. Como antecedentes, está la decisión de Venezuela de retirarse de la OEA y el fortalecimiento de las alianzas geopolíticas con Rusia y China.
Fue un llamamiento desesperado de Juan Guaidó, el autoproclamado «presidente encargado», con impacto en las redes sociales pero sin alterar la posición de la mayoría del pueblo venezolano que acompaña el proyecto bolivariano iniciado en 1998 y que hoy preside Nicolás Maduro.
La señal de largada la dio por Twitter el empresario y prófugo Alberto Federico Ravell a las 5:13 de la madrugada, anunciando que Leopoldo López y Juan Guaidó, junto a un grupo de militares, mantenían «control de la base aérea de La Carlota». Pero no estaban allí sino cerca, en un puente sobre la autopista, apuntado armas de calibre militar.
A las 11:50 horas, el ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino López, dijo que el «mediocre» intento de golpe ha fallado debido al poco apoyo que recibe el antichavismo por parte de la Fuerzas Armadas Nacional Bolivariana (FANB). «Al menos el 80%» de los efectivos que estaban con Guaidó en el distribuidor Altamira, fueron engañados y se retiraron de manera voluntaria del lugar», explicó.