Un mes después del supuesto sabotaje de cuatro barcos petroleros, en la misma zona del estrecho de Ormuz, ha vuelto a aumentar la temperatura: dos buques cisternas, uno noruego y japonés, sufrieron ayer impactos y explosiones, terminaron en llamas y sus tripulaciones fueron evacuadas.
El grupo de monitoreo Operaciones Comerciales Marítimas de Reino Unido, ubicó el incidete a unas 25 millas de la costa iraní.
«Somos conscientes de las informaciones sobre un ataque contra cargueros en el golfo de Omán», informó mediante un comunicado la Armada de EEUU quien envió en auxilio un destructor con misiles guiados.
La Marina de Irán, que rescató 44 tripulantes de ambas embarcaciones, no habló de ataque sino de «accidente».
Los sucesos se produjeron mientras el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, estaba en Irán reunido con el presidente de ese país, Hassan Rohani, con la misión de mediar y enfriar las tensiones con EEUU.
Tanto por los incidentes de mayo como por los de ayer, EEUU apuntó contra Irán. La acusación la hizo ayer el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, en conferencia de prensa: «la República Islámica de Irán es responsable de los ataques ocurridos hoy en el golfo de Omán».
El estrecho de Ormuz es la salida naviera de grandes potencias petroleas. En 2018, la producción de Arabia Saudita fue de 12,3 millones de barriles diarios (mbpd), Iran 4,7, Irak 4,6, Emiratos Arabes Unidos 3,9, Kuwait 3, Qatar 1,9 y Oman 0,98.