El acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur que fue anunciado en el marco de la reunión del G20 no hace más que ratificar una misma situación. Los enfrentamientos en el mundo no cesan de ninguna manera: como movimientos militares, guerra comercial, sanciones e incluso acuerdos de libre comercio. El consenso que aparenta este acuerdo, no es sino un nuevo frente de la disputa. Es un acuerdo, aún a sabiendas, que no tiene el respaldo en su conjunto ni de los sectores productivos, ni de los representantes políticos tanto de sudamérica como los del viejo continente. El agro argentino lo festeja porque se abriría un nuevo mercado, pero los sindicatos franceses agrícolas sostienen que la soberania alimentaria es barrida por el comercio internacional. A todo esto, Estados Unidos agregó 5 entidades tecnológicas asiáticas a su lista negra de sanciones contra China. La propia UE decidió continuar las sanciones contra Rusia. Donald Trump le pidió a la canciller alemana Angela Merkel respaldo para ir contra Irán, por su desarrollo del plan nuclear con uranio enriquecido. Queda claro que ni el comercio es tan libre como publicitan algunos, ni los consensos son meros convenios diplomáticos. La pelea en primer lugar por el reparto del mundo de los grandes capitales va escalando como en un espiral. Los acuerdos y las sanciones son parte de una misma pelea, de un mismo enfrentamiento. Si aún los acuerdos son parte de la “guerra”, va quedando claro que no hay salida meramente administrada de semejante problema de tamaña escala. Seguirá habiendo acuerdos, que al contrario de frenar, aumentarán las tensiones mundiales que cada vez son más locales y más sociales.