Cuando desde 2016 las bases del movimiento obrero comenzaron a pedir a la CGT por el paro general, la consigna para enfrentar los embates que sufría el pueblo era «unidad de los trabajadores».
Esa era y es, justamente, la unidad política.
Aún a meses de asumir el nuevo gobierno, el contenido y las acciones concretas de esa unidad siguen siendo el nudo del debate principal en el seno de las organizaciones obreras, políticas y sociales.
Mientras Fernández pide cautela para salir a la calle codeado de la fracción de los llamados «gordos» de CGT y de la propia cúpula de la UIA, otro grueso del movimiento obrero nucleado en la Corriente Federal de Trabajadores (CFT) se reúne con la candidata a la vicepresidencia Cristina Fernández.
Más allá de las fotos, el movimiento obrero aún no está planteando ser el punto de unidad del pueblo para superar esta crítica situación.
En las calles y barrios el hambre golpea. Las condiciones para generar políticas de impacto y beneficio social son difíciles en la encrucijada de una deuda externa impagable y la represión policial no duda cuando los conflictos se profundizan como en el caso de Luz y Fuerza la semana pasada.
¿Es la unidad política la que se expresa partidariamente? o ¿la unidad es la de los trabajadores que se pararon frente al ajuste? Los intereses de las clases y fracciones van dejando marcas. Aun en nombre de lo nacional, el pueblo sigue pagando el ajuste de los poderosos.