El 4 de septiembre de 1970, luego de dos postulaciones, el médico Salvador Allende ganó la presidencia de Chile de la mano de una coalición de partidos de izquierda llamada Unidad Popular (UP). Allende se convirtió en el primer presidente socialista del mundo electo democráticamente. La bandera de la UP era fruto de una historia de luchas, iniciada con las huelgas de los trabajadores de las minas de salitre en las primeras décadas del siglo veinte. Allende, obtuvo el 36,6 por ciento de los votos; Jorge Alessandri (Partido Nacional, Democracia Radical), 34,9 por ciento por ciento y el contrincante por la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic 27,8. El 24 de octubre el pleno del Congreso, de acuerdo con la Constitución, debía elegir entre las dos mayorías más altas.
En la Casa Blanca, el presidente Richard Nixon ordenó evitar que Allende asumiera la presidencia, para lo que la CIA concibió dos planes. El primero consistía en que el Congreso eligiera a Alessandri y éste renunciara para convocar a nuevas elecciones en que toda la derecha apoyaría a Eduardo Frei, hombre de confianza del imperio. Pero el plan fracasó porque Allende y Tomic (aunque democristiano, de orientación constitucionalista y progresista) habían acordado previamente que uno reconocería la victoria del otro si la diferencia superaba los 5 mil sufragios. Tomic y la DC cumplieron. Solo le quedaba a la CIA el otro plan, que contemplaba crear un clima de inestabilidad política para propiciar la intervención militar y la anulación de las elecciones. Encargado por la CIA, el general Roberto Viaux planificó secuestrar y ocultar a René Schneider, general constitucionalista y jefe del ejército. Pero este se defendió, fue herido y falleció dos días después, el 25 de octubre, lo que hizo fracasar el plan. El día antes, finalmente Allende fue electo por el Congreso con 195 votos a favor, 35 por Alessandri y 7 en blanco.
Durante su Gobierno, el pueblo Mapuche vio reivindicada su lucha histórica. El presidente devolvió a las comunidades indígenas gran parte de las tierras demandadas, en el marco de la profundización de la Reforma Agraria.
Las medidas en salud, educación, vivienda, servicios y recursos naturales, afectaban los intereses de la oligarquía y de los sectores de la derecha del país, quienes -apoyados por Estados Unidos- iniciaron una campaña de desestabilización económica contra el Gobierno, pero el pueblo siguió apoyando a Salvador Allende. En 1973, la Unidad Popular obtuvo la mayoría de los votos en el Congreso.
Mil fueron los días de la Unidad Popular en su trabajo diario por hacer de Chile un país más digno y más justo. El 11 de septiembre de 1973, un grupo de militares dirigidos por Augusto Pinochet llevó a cabo un golpe de Estado de la mano de la derecha y centro-derecha chilena y EE.UU., exigiéndole a Allende la entrega del Gobierno; de lo contrario, el palacio de La Moneda sería atacado.
Salvador Allende dejó claras sus convicciones y su lealtad al pueblo chileno, al morir combatiendo en La Moneda. Minutos antes, pronunció su discurso más profundo, el que improvisó llevando su inolvidable voz a los chilenos, través de una radio nacional. «Ante estos hechos, solo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! (…) pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!»