La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que la recesión motivada por la pandemia es un fenómeno global cuyo impacto «modificará la interdependencia de la economía mundial» y «las modalidades de la división internacional del trabajo«. Y que dadas las debilidades que la estructura productiva de América Latina ha acumulado en los últimos 40 años, la crisis conduciría a «la reprimarización de las economías de la región«.
El informe Sectores y Empresas ante el Covid-19 muestra que esta crisis “afecta a todas las actividades” -que en su mayoría ejercen empresas de pequeña escala-. Pero agrega que “golpea con mayor intensidad a los sectores industriales de mayor dinamismo tecnológico y capacidad productiva” –que están en manos de pocas empresas grandes-. Las automotrices, por ejemplo, tienen un freno del 40% respecto a 2019, muy superior a la media de toda la industria.
En su última proyección, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipó que el PBI mundial caería 5,4% este año respecto al anterior. La contracción sería de 9,4% en América Latina y el Caribe (ALyC).
«El impacto de la crisis se ve amplificado por la debilidad de la estructura productiva» que ya «limitaba seriamente las posibilidades de desarrollo económico», agrega el documento de la entidad dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Pero concluye que la crisis, a la vez, “profundizará los problemas estructurales.»
Por eso enfatiza que «se requieren incentivos distintos” a los que ya han tomado los gobiernos, de modo que se puedan realizar entonces “las inversiones necesarias para diversificar la estructura económica».
Se refiere a la participación del Estado para recapitalizar las grandes empresas en crisis y para generar mecanismos más flexibles de acceso al mercado de capitales.
Impacto
CEPAL estima que podrían cerrar 2,76 millones de empresas y perderse 8,5 millones de puestos de trabajo, además de las suspensiones y las reducciones de jornada laboral ya en curso. Se trata del 20% del total de empresas (14,47 millones) y el 8% del total la fuerza laboral formal (103,48 millones).
Los cierres y la pérdidas proyectas se dan , en un 96% y 75% respectivamente, en el ámbito de las microempresas. Y fundamentalmente en comercios minoristas y mayoristas, hoteles y restaurantes, y servicios sociales y empresariales.
La entidad toman de referencia las actividades y los empleos formales, y reconoce la estadística de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de que un 54% del empleo no está registrado. Así, el impacto de la estimación se hace calle.
El estudio focaliza que «el 92% de las ramas industriales de mayor contenido tecnológico están enfrentando una crisis entre fuerte y significativa«.
Es el sector de mayor productividad y agregado de valor, que cumple un rol «relevante en las cadenas de proveedores».
Pero no se trata de un sector. Se trata concretamente de pocas y grandes firmas: representan 0,5% del total de empresas existentes en ALyC, toman el 38,8% del empleo formal y explican más del 90% de las exportaciones, según datos de 2016 que expone ahora CEPAL.
La alta productividad requiere una cada vez mayor concentración tecnológica y ésta, una cada vez mayor concentración de capital que conduce irremediablemente a que la actividad quede centralizada en pocas empresas y el mercado completamente monopolizado.
Eso es lo “relevante” del papel que juegan en la cadena de proveedores del continente.
La contracara son las muchas microempresas dispersas: representan el 88,4% de la estructura empresaria, ocupan el 27,4% de la mano de obra y su productividad comparada con las grandes es del 6%.
Queda al desnudo el esqueleto de la economía latinoamericana, débil y cada vez más rezagada respecto a la de otros continentes.
Las medianas empresas de aquí tienen la misma productividad relativa (en el orden del 40%) que las microempresas de la Unión Europea.
Agrega CEPAL que en 1980 la productividad total de ALyC equivalía al 36,6% de la productividad de EEUU. Y que en 2018, bajó a un 20%.
“Si no se implementan políticas adecuadas para fortalecer esas ramas productivas (intensivas en capital) -advierte CEPAL-, existe una elevada probabilidad de que se genere un cambio estructural regresivo que conduciría a la reprimarización«.
El informe no muestra directamente la propiedad de las empresas en las ramas más productivas. Y no la asocia tampoco como un factor nodal de la baja productividad general y de la primarización, en relación justamente la estructura productiva y empresarial de EEUU y de la Unión Europea.
Sí señala, como ejemplo, que las pymes «no pueden desarrollarse en las actividades basadas en recursos naturales y los servicios básicos (agua, gas, electricidad y telecomunicaciones), debido a la elevada intensidad de capital que requieren las inversiones».
Algo que no les falta a las grandes firmas dada su estructura de su propiedad: son casas locales de empresas extranjeras, con capital social por acciones que cotizan además en distintas bolsas del mundo, y Fondos Comunes de Inversión (FCI) sentados en sus directorios corporativos.
El sistema energético argentino, sirve de ejemplo. También las automotrices, que en las estadísticas aparece como el sector más afectado este año, aunque se trate de un pequeño puñado de empresas que fabrican y venden autos por todo el mundo.
La caída industrial
En Brasil, México, Colombia, Perú y Argentina, la actividad industrial del primer cuatrimestre de 2020 fue mucho menor que un año atrás: -8,2%, -10,9%, 7,7%, 21,4% y -13,5% respectivamente, según datos oficiales de cada país.
Estos indicadores promedian lo sucedido en todas las ramas de actividad, que abarcan desde la fabricación de pan y de soda, aceites y harinas, amoblamientos y electrodomésticos, vehículos automotor y productos químicos, hasta componentes electrónicos y aeroespaciales.
Algunas de ellas tienen un componente alto de trabajo humano, otras dependen más de lo que provee la naturaleza y otras tienen un mayor peso en la tecnología incorporada. Obviamente que el valor agregado en cada una es diferente y también lo es la interdependencia entre ellas. Unas producen bienes destinados al consumo directo (ropa y comida). Otras, materia prima e insumos para la industria. Y otras, maquinarias y herramientas utilizadas en fábricas, en servicios, en transporte y en comercios.
En Brasil, el parate industrial hizo picos de -31,1% en autos y autopartes y -30,7% en “otros equipos de transporte” que incluye la industria aeroespacial.
En Colombia, -37,8% en cuero y calzados, -36,9% en autos y autopartes y una suba de 6,1% en alimentos.
En Perú, la producción de bienes de capital cayó -47,9%.
En la Argentina, -40,4% en automóviles, -37,8% en autopartes, -56,2% en motocicletas y -41,6% en equipos eléctricos, -37,7% en prendas, -40,3% en calzado y -27,4% en textiles. Por el contrario, la rama de alimentos y bebidas creció un 1,5%.
En México, en cambio, los sectores más afectados han sido los de cuero y calzado (-29,5%) y equipo de transporte (-26,9%). La industria de alimentos creció 2,5%.
Vale recordar que México es el principal socio comercial de EEUU. Es el barrio industrial del recientemente lanzado T-MEC: el Tratado México, EEUU y Canadá que reemplaza el Acuerdo de Libre Comercio del Norte (NAFTA) establecido en la década del consenso neoliberal de 1990.
Las medidas
Con el objetivo de mitigar la recesión motivada por la pandemia, la CEPAL aconseja a los gobiernos que tomen medidas enfocadas en darle liquidez a las pymes: flexibilizar las condiciones de acceso al crédito y suspender o cancelar el pago de servicios, de impuestos sectoriales, tasas locales y aportes previsionales.
Impulsa también la ayuda estatal para el pago de salarios (promedia 2,7% del PBI) y la contribución para autónomos formales (0,8% del PBI), ya efectivizadas por algunos gobiernos. Y ratifica la necesidad del ingreso básico de emergencia para la población en situación de pobreza y un bono contra el hambre para la población en pobreza extrema. Estas dos últimas implicarían un costo del 2,1% y el 0,6% del PIB regional, respectivamente.
Además, destaca la necesidad de implementar protocolos de seguridad dentro de los establecimientos y en el transporte público «para que las empresas no tengan que recurrir a medios de transporte propios (y, por lo tanto, con mayores costos) para el desplazamiento seguro de sus empleados».
Para el conglomerado de las grandes empresas, aconseja que el Estado participe en la recapitalización de las que estén en situación crítica y favorezca el acceso al mercado de capitales con mecanismos flexibles como la emisión de bonos o bonos convertibles en acciones. Todo lo cual apunta a aumentar «la confianza de los posibles inversores.»
Hace 15 días, la Secretaria Ejecutiva de esta entidad, Alicia Bárcena, acompañó la Iniciativa Iberoamericana que los presidentes del continente hicieron al FMI, Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo (BID): restructuración de las actuales deudas públicas para obtener liquidez, otorgamiento de nuevos préstamos de largo plazo para disponer de fondos destinados a reactivar la economía y extensión de garantías para acceder a financiamiento privado.
El presidente argentino, Alberto Fernández, dijo directamente en esa conferencia que «se necesita un Plan Marshall para América Latina, Caribe y Africa».
Hacer algo distinto
El informe muestra que hasta junio pasado, los gobiernos latinoamericanos tomaron un total de 361 medidas orientadas fundamentalmente a mitigar la contracción económica y atenuar la destrucción de empresas y empleos. Aun así, las proyecciones son las mencionadas arriba.
Por eso CEPAL enfatiza que «se requieren incentivos distintos de los que prevalecen para que las empresas privadas junto con el Estado, realicen las inversiones necesarias para diversificar la estructura económica».
Más de la mitad de los países flexibilizaron los compromisos tributarios, otorgaron ayudas directas a la población y contribuciones para proteger el empleo. Pero el 86% de ellas no supera los seis meses de alcance. «Una vez terminada la crisis sanitaria, las empresas se encontrarán en un contexto de recesión», recuerda CEPAL.
19 países han ofrecido créditos específicos que en conjunto promedian el 3,9% del PBI regional de 2019. Chile encabeza la lista (11,4%) y Argentina se ubica décimo cuarto (1,6%).
«No hay incentivos para el desarrollo de actividades de mayor valor agregado en las mipymes», solo 5 países alentaron las exportaciones y no hay ninguna medida dirigida a las grandes empresas, señala el informe y contrasta con Europa, donde algunos países salieron al rescate.
“El aporte de los sectores intensivos en tecnología para el incremento de la productividad de los países es clave para garantizar el crecimiento, así como la transición hacia un modelo de desarrollo más sostenible», subraya CEPAL y señala que ese es el nudo: «La forma que adopte la reactivación determinará si los países de la región repetirán el camino que los condujo a la debilidad económica y social con que enfrentan la pandemia o sentarán los fundamentos de un cambio estructural progresivo».