La propuesta de cuidar la producción nacional, al tiempo de mejorar la calidad del empleo y la industria, es la expresión de acuerdo entre sectores empresarios, trabajadores y el gobierno nacional.
Pero las intenciones se vuelven deseos lejanos, cuando se propone la inserción en cadenas globales de valor.
Porque esa inserción, hace tiempo, es más real y concreta que lo que se declama como necesidad. Basta ver los mecanismos del endeudamiento, la ampliación del mercado de capitales, como también la incorporación del paquete tecnológico para la producción agropecuaria.
Son ejemplos de que es esa la cadena que hoy enlaza realmente a todo proyecto de todo país, nos guste o no. Todo deseo nacional y todo intento proteccionista pivotea en torno a la soberanía monetaria.
Por vía del mercado financiero es que llega el oxígeno para que cualquier ser productivo pueda vivir. Para quien no lo tenga, existe el endeudamiento.
Son estas las políticas que podrían traccionar o condicionar cualquier intento productivo.
Para eso, se necesita que una política soberana popular subordine la técnica económica fiscal, porque, está a la vista, que es la forma automatizada de la dominación histórica que nos trajo hasta acá.