E l primero tomó su nombre en 1989, cuando el “capitalismo al estilo occidental”, definido así por Mariana Mazzucato, economista de la Universidad de Londres, consolidó su alcance mundial. El segundo, hace referencia a la última Cumbre del G7, realizada en junio de 2021 en Gran Bretaña, donde un panel de expertos expuso, ante los líderes mundiales sobre la necesidad de “revitalización del papel económico del Estado, implementar metas sociales, crear solidaridad a escala internacional y reformar la gobernanza mundial en pos del bien común”.
El de la capital norteamericana, “minimizó el papel del Estado en la economía y presionó a favor de una agresiva agenda de libre mercado, desregulación, privatización y liberalización comercial”. El de la ciudad británica aparece ahora como “un nuevo contrato social internacional”, “una relación radicalmente distinta en la que el Estado coordinaría asociaciones público-privadas para crear una economía resiliente, sostenible y equitativa”.
Así, rescata Mazucatto, “los gobiernos pasarían de reparar —intervenir solo cuando el daño ya fue hecho— a preparar”. En lugar de efectuar “correcciones reactivas sobre las fallas de mercado”, el Estado actuaría de modo proactiva “creando los tipos de mercados que necesitamos”.
Se trata de “una reorientación radical en nuestra forma de pensar el desarrollo económico: pasar de medir el crecimiento en términos de PBI, VAB (valor agregado bruto) o rentabilidad financiera a evaluar el éxito sobre la base de la consecución de metas comunes ambiciosas”.
Estamos en el punto de inflexión de un cambio de paradigma, señala y subraya que es necesario hacerlo porque “el modelo anterior ya no produce beneficios ampliamente distribuidos”. Por ejemplo, cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por la ONU en 2015, va a ser difícil con la actual gobernanza mundial predominantes.
En ese marco, rescata que los expertos señalaron en Cornwall que se debe “aumentar la inversión estatal”, canalizarla a través de “nuevos mecanismos contractuales e institucionales que midan e incentiven la creación de valor a largo plazo en vez de beneficios privados a corto plazo” y adoptar un “nuevo enfoque en la determinación de los derechos de propiedad intelectual”, por ejemplo en relación a las vacunas Covid-19.
Mazzucato es la autora del artículo que impulsa “Un nuevo consenso económico mundial”, publicado en la web de Project Syndicate.
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